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sábado, julio 6, 2024

El encanto de lo clásico

La máquina de café se rompió. ¡Zzzzt! ¡Pfff! ¡Krrrack! Me acerqué, desconcertado. Intenté resucitarla, pero fue en vano. Con una mezcla de resignación y nostalgia, recordé la vieja cafetera italiana. Era el momento perfecto para volver a lo clásico, y la vieja “moka” —que llevaba mucho tiempo en la esquina más recóndita de un mueble bajo— parecía celebrar la defunción.

Era su única y última oportunidad de cobrar vida nuevamente. La rescaté de un rincón polvoriento de la cocina. Su gris era opaco y triste. Sin embargo, al sacarla hoy para preparar mi ansiado café matinal, su aspecto cambió. La parte baja de la alacena había sido su banquillo, y tras algunos años, iba a salir a jugar.

A pesar de mi disgusto por la pérdida de la máquina que me daba café rápido y sin esfuerzo a diario, descubrí que al entrar en escena la cafetera italiana recordaba sus días de gloria. Sus curvas de aluminio relucían como antaño y, aunque había pasado mucho tiempo desde que la última gota de café fluyó por sus entrañas, no había perdido su esencia. “En mis tiempos, preparar café era un arte, no simplemente pulsar botones”, creí oírle decir al volver a tenerla en mis manos.

Apenas pudo contener una carcajada al pasar cerca de la máquina averiada. “¡Qué ironía!”, parecía exclamar, mientras su pico simulaba esbozar una sonrisa. Recordaba cómo, en sus mejores tiempos, se necesitaba paciencia y dedicación para disfrutar de una taza de café. La tomé con cuidado, como si me reencontrara con una vieja amiga, y comencé el ritual: llené la base con agua, coloqué café en el embudo y ajusté las piezas con destreza.

La cafetera italiana vibró de emoción al sentir el calor del fuego. Pronto, el familiar sonido burbujeante llenó la cocina, seguido por el inigualable aroma del café auténtico. La primera gota de café que emergió fue un triunfo. La máquina moderna, desenchufada y relegada a un rincón, parecía observar con envidia.

La “caffettiera”, triunfante, pensó para sí misma: “La paciencia y el arte nunca pasan de moda”. Y así, a partir de mañana, mientras el café burbujee y el aroma llene la casa, la vieja cafetera disfrutará su victoria silenciosa, sabiendo que, en un mundo de rapidez y tecnología, siempre habrá un lugar para el encanto de lo clásico.

Don Paco
Don Paco
Colaborador de elburgado.com

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