Los alumnos, profesores y funcionarios de la Facultad de Medicina de la Universidad de La Laguna llevan 50 años exponiéndose al riesgo de padecer mesotelioma, un tumor maligno que se forma en la capa delgada del tejido que reviste algunos órganos internos del cuerpo humano. Puede ser la consecuencia de permanecer de forma prolongada bajo los techos de amianto de dicha Facultad. El calentamiento de este material es todavía más peligroso.
Los referidos techos de una buena parte de la Facultad de Medicina están construidos a base de planchas de uralita, cuyo material básico es el asbesto, llamado también amianto, un componente altamente cancerígeno. No importa que los hayan recubierto con yeso, el peligro es evidente. Hace dos décadas que en España está prohibido este material en la construcción y antiguamente se utilizaba, incluso, en la fabricación de tuberías, con evidente riesgo para la salud.
Cada año se diagnostican en España alrededor de 300 casos de mesotelioma, un tumor que tiene una grave consecuencia para el ser humano. El índice de mortalidad es del 99% a cinco años. Un tumor agresivo y con escasas posibilidades de tratamiento.
Lo cierto es que, pese a las advertencias del Consejo Social de la Universidad de La Laguna, nadie ha hecho nada por construir una Facultad de Medicina nueva, exenta de peligros sanitarios para quienes estudian y trabajan en ella. El Gobierno de Canarias ha hecho oídos sordos a las recomendaciones del Consejo Social y los sucesivos rectores parece que tampoco han prestado demasiada atención a esta circunstancia.
La Facultad de Medicina de la ULL se está despoblando de docentes, por otra parte. Apenas ejercen catedráticos ni profesores titulares. En las asignaturas clínicas sólo queda un catedrático y se ha jubilado una mayoría cualificada de profesores de enorme valía, sin que se hayan cubierto esas vacantes. No se producen suficientes acreditaciones para acceder a las cátedras y existe un verdadero bloqueo.
Mientras tanto, el rector y su equipo directivo se ocupan de romper “relaciones” académicas y de investigación con las universidades de Israel, en una alocada decisión, y de apoyar la investigación y la docencia en Palestina, en donde apenas existen centros superiores. Y lo hacen oficial en una nota que ha despertado la hilaridad en el mundo de la enseñanza hasta donde ha llegado la extraña y pintoresca noticia.
Mientras, en la Facultad de Medicina de La Laguna, el peligro acecha a quienes asisten a las clases, imparten docencia o realizan tareas administrativas bajo techos de amianto. Es aquí donde el equipo rectoral debería insistir para solucionarlo, en vez de pensar en pajaritos preñados que no nos afectan demasiado, sobre todo en el ámbito de la docencia. La política hay que hacerla donde corresponde.