¿Qué podría salir de un cacahuete? Para responder a esta pregunta tenemos que aplicar la siguiente máxima de la experiencia: una cosa lleva a la otra. Entonces, lo más probable es que de un cacahuete salga otro. Pero en una ocasión, varios cacahuetes se aliaron y sirvieron de trampolín para que un granjero se convirtiera en presidente de Estados Unidos. Jimmy Carter fue el máximo mandatario de Estados Unidos durante el período comprendido entre 1977 y 1981. Provenía de una familia agrícola dedicada al cultivo del algodón y de los cacahuetes en Georgia, Estados Unidos.
Jimmy Carter destacó más por sus logros internacionales que interiores. Entre otras cosas, contribuyó de forma decisiva en la configuración del canal de Panamá y al tratado de paz entre Egipto e Israel. Jimmy Carter no fue reelegido como presidente de los Estados Unidos y su lugar fue ocupado por el actor de cine Ronald Reagan. En Norteamérica, la no reelección presidencial es algo más que una pérdida de unas elecciones y constituye un verdadero fracaso. Es un lastre difícil de superar. Sin embargo, en el año 2002, Jimmy Carter obtuvo el premio Nobel de la Paz. De todas maneras, con ello se cumplía una vez más otra máxima de la vida: nadie es profeta en su tierra.
Me ha llamado la atención últimamente que determinados políticos están intentando aferrarse a la doctrina cacahuete en el plano internacional. Los políticos tienen una anhelo por ser cacahuetes internacionales. Pero aquí una cosa no ha llevado a la otra. Un cacahuete no ha llevado a otro cacahuete. Tampoco ha habido un partido de fútbol entre cacahuetes para ver quién es el mejor. Ni los cacahuetes se han expuesto al gran público para su degustación. Más bien parece que, en vez de la doctrina cacahuete, lo que hay realmente es una matraquilla en la que un gran conversador es un gran despistador. Conversar y despistar al mismo tiempo puede parecer una contradicción. Pero vende y seduce. Y mucho. Seguramente, esa idea de conversar despintando subyace en uno de los libros sobre estrategia más antiguos de la humanidad: El arte de la guerra. Cuando estás cerca debes parecer lejos, y cuando estás lejos debes parecer cerca.
La matraquilla de los aspirantes a cacahuete internacional suele girar en torno a un breviario o diccionario de palabras. Las puedes ordenar alfabéticamente como cualquier diccionario y de forma rápida. Hay como unos cincuenta términos. Las palabras que usan los aspirantes a cacahuetes internacionales suelen estar alumbradas por lunes de neón, incluso a plena luz del día. Podrías dedicarte a la política de altos vuelos manejando ese escueto vocabulario. A continuación, exponemos un resumen de la matraquilla más usual.
Hace algunos años en los telediarios se acuñó el término redes sociales como si algunas personas hubieran descubierto las interacciones sociales en pleno siglo XXI. Aquí tengo que rendir un homenaje a mi tía Mari Pepa porque fue una precursora de una famosa red social cuando aún ni existían los teléfonos móviles. En los tiempos de mi tía Mari Pepa sólo había un teléfono fijo que hacía ring y que siempre funcionaba, aunque se cortara el suministro eléctrico. El teléfono fijo no había que cargarlo ni enchufarlo a ninguna toma de corriente. Mi tía Mari Pepa no entendía el motivo por el que cuando llamabas a alguien a su teléfono fijo, en vez de decirte hola o buenos días, el interlocutor al otro lado de la línea te respondía siempre diciendo en primer lugar lo siguiente: qué pasa. El nombre de la aplicación de mensajería WhatsApp fue tomado probablemente de la expresión inglesa “What´s up?”, que traducida al español significa precisamente qué pasa. Creo que mi tía Mari Pepa atisbaba en aquel momento que una cosa era la doctrina cacahuete y otra cosa era la matraquilla.
Aún seguimos dentro de la matraquilla. Pues bien, la izquierda y la derecha siguen estando en el mismo sitio. Se supone que la izquierda está más cerca del corazón y la derecha se encuentra más alejada de ese órgano vital. Aunque en el discurso diario los políticos siempre olvidan que los bolsillos, en la mayoría de los casos, están a ambos lados del pantalón. La diferenciación entre el corazón y los bolsillos sólo se acentúa cuando llegan las elecciones. Cuando los aspirantes a cacahuetes internacionales no saben de qué hablar, recurren siempre a la derecha y a la izquierda para despistar. Hablar por hablar, sin trascendencia alguna, con el sólo objetivo de diferenciase aparentemente es la carta de presentación de los aspirantes a cacahuetes internacionales. Parecer o no parecer: he ahí el dilema de los aspirantes a cacahuetes internacionales.
Excelente!! Así es, conversar y despistar…es lo que hacen.
Me faltó alguna alusión a los manises