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jueves, julio 4, 2024

Ayoze y los eurodiputados

Una tarde cualquiera, en una ciudad canaria cualquiera, Ayoze, un pibe de clase media a punto de cumplir los treinta, decide hacer cuentas para llegar a fin de mes. Con la calculadora del móvil en mano, se enfrenta a la realidad de su sueldo, que se parece más a una propina que a un salario. De pronto, recuerda haber leído en elburgado.com algo sobre el sueldo de los eurodiputados. «Vamos a ver cuánto ganan esos genios de la política», piensa.

Después de rebuscar la noticia, casi se cae de la silla. «¿Cuatro cifras? ¡Y no empiezan con un 1! Con eso pago los tres meses de alquiler que debo, el coche de segunda mano que compré a una casa de alquiler, un buen regalo a Guaci y hasta me sobra para comprarle chucherías a mi perro Idefix», exclama. No puede evitar imaginarse la vida de un eurodiputado: desayunos en París, almuerzos en Bruselas y cenas en Roma. Todo, por supuesto, a cuenta del contribuyente.

Mientras tanto, Ayoze se las arregla para estirar el sueldo. «Con suerte, podré cenar un bocadillo de pata y, si el mes ha sido bueno, le pondré una rodaja de aguacate», piensa. La vida de Ayoze, comparada con la de un eurodiputado, se parece más a un episodio de supervivencia que a una comedia de situación (sitcom).

Un día, decide ir a una reunión del barrio sobre cómo mejorar el parque local. Entre discursos de vecinos y promesas de pavimentar la cancha de baloncesto, alguien exclama: «Hay que pedirle ayuda a nuestros representantes en el Parlamento Europeo». Ayoze casi se mea de la risa y no puede evitar soltar una nerviosa carcajada. «Claro, y mientras ellos deciden, mi ahijada Andrea se hace vieja esperando a que arreglen el columpio», comenta.

La incredulidad de Ayoze en la política sigue creciendo. En una de sus noches de insomnio, sueña con ser eurodiputado. En su corta cabezada, está rodeado de papeles, sellos y cafés de máquina. Alguien le pregunta si quiere un coche oficial y él, con lágrimas de emoción, responde: «¿Puedo llevarlo a casa? Es que el mío no pasa la ITV». Pero al despertarse, se da cuenta de que su coche sigue siendo un trasto y que él sigue siendo un eurociudadano de clase media.

Ayoze empieza a ver la política como una especie de serie de televisión de lujo, en la que él solo tiene un papel de extra. Su novia le dice: «No te amargues, mi niño, al menos nosotros no tenemos que lidiar con las cenas de gala y los discursos interminables». Ayoze sonríe, sabiendo que en su vida las únicas galas son las del supermercado y los discursos son los que le da su madre cuando no la visita.

Al final del día, decide que la única manera de afrontar la vida con humor es aceptando su realidad. Mientras los eurodiputados discuten sobre la mejor manera de gastar el presupuesto de la Unión Europea, alguno incluso cantando el “Twist & Shout” y otro arruinando el futuro de su grupo político, él se conforma con encontrar la mejor oferta en la tienda del barrio. Y así, entre risas y cálculos, sigue adelante, demostrando que el sentido del humor es el verdadero salario que no tiene precio.

Don Paco
Don Paco
Colaborador de elburgado.com

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