Fue en los años setenta cuando entrevisté, en la Televisión Española en Canarias, naturalmente en blanco y negro, a Alicia Navarro Cambronero (Tenerife, 1915). El director de la cadena del Estado en Canarias era Eduardo Autrán Arias-Salgado y el realizador del programa “Ayer y hoy”, Mariano Martín. Ignoro si viven o han muerto. Sí me enteré, hace unos años, del fallecimiento de Alicia Navarro, Miss Europa 1935, pasados los ochenta años. Había estado casada con un abogado palmero, vivieron en Cuba hasta el 61, a donde Alicia había llegado con sólo 22 años, y tuvieron dos hijos, Manuel y Alicia. Se divorciaron cuando todavía se hallaban en La Habana, tras la entrada de Fidel Castro. Ella trabajó más tarde en un comercio en Miami. Alicia volvió a Europa, vendió sus joyas en Suiza y una colección de sellos en la capital francesa, heredada de un tío. Casualidades de la vida: aquel filatélico de París al que acudió la bella tinerfeña para enajenar la colección era un griego, Thales Papadopoulos. Nada más verla, se enamoró de ella. Se casaron. Con él vino varias veces a Tenerife y la acompañó al programa de televisión, que yo presentaba entonces, “Ayer y Hoy”.
Fue la bomba aquella entrevista. Hubo miles de llamadas a los estudios de la única televisión que emitía entonces, ya digo que en blanco y negro. Se produjo una anécdota en el plató. Yo había agotado el tiempo de la entrevista y Eduardo Autrán, tras el cristal del control, me hacía señas con la mano. No había pinganillos entonces. Interpreté que había que cortar, pero Eduardo me estaba diciendo que siguiera. Y despedí la entrevista. La cantidad de llamadas fue tal que tuvimos que volver a sentarnos, Alicia y yo, y continuarla otra media hora. Jamás me había ocurrido algo parecido. Ni tampoco lo que voy a hacer ahora: rememorar una entrevista, con la protagonista ya fallecida. Créanme, Alicia Navarro tenía entonces más de sesenta años. Paseé con ella por la calle del Castillo y cientos de personas se paraban para verla pasar. Era una diosa.
–Cuénteme lo de aquel 6 de julio de 1935 en el balneario de Torquay.
“Yo sólo pensaba en Tenerife, después de ver que 30.000 personas, de la aristocracia inglesa en su mayoría, vestidas de etiqueta, me aclamaban como si yo fuera una diosa”.
–Y lo era.
“No, yo era una niña de 19 años, que había ganado los concursos de Miss Tenerife (designada por el Casino), Miss Canarias, Miss España (en el teatro de La Zarzuela de Madrid) y que competía con un grupo de bellísimas mujeres por el concurso continental”.
–¿Es verdad que se enamoró de usted un moro muy rico, cuando la vio en Málaga, tras el concurso?
“Se enamoró de mi un montón de gente. El moro me regaló joyas y una jaca preciosa y me invitó a su país, pero mi abuela sospechó algo y me lo prohibió. La verdad es que me rondaron muchos hombres, pero yo tenía aquí un novio muy celoso, Alfonso Santaella, que me dejaba ir a pocos sitios”.
–¿Se acuerda de cómo fue el concurso, en el balneario de Torquay?
“¡Pues claro, cómo olvidarlo! Lo presentó el actor británico Ralph Lynn, un hombre muy simpático, que también había apostado por mí. Los grandes periódicos británicos me entrevistaron y las productoras rodaron conmigo algunos documentales. Pero lo más emocionante fue lo de Buckinham Palace”.
–Cuéntemelo, por favor.
“Me recibió la reina Mary, esposa del rey Jorge V. Yo le llevé unos bordados canarios. Me invitó a tomar el té y la guardia de palacio, el batallón real, esos soldados de los gorros tan bonitos, me presentó armas al entrar. Era algo inusual. El periódico “La Nación” publicó una crónica muy detallada sobre esa visita”.
–-¿Cuáles fueron sus rivales más directas en el concurso?
“Quedamos finalistas las representantes de España, Noruega, Dinamarca, Checoslovaquia y Renania”.
(Hay un documental en la red de redes que refleja la coronación de Alicia Navarro, de gran calidad. Recomiendo a ustedes que lo vean y que observen la belleza de las finalistas)
–¿Es cierto, como contó el periodista Gilberto Alemán en alguna parte, que hasta se subastó el almohadón en el que usted se sentó durante el certamen?
“Sí, lo firmé y sacaron cien libras por él, para fines benéficos”.
(Alicia no tenía ideas políticas consolidadas, aunque en muchas ocasiones la tacharon de republicana. Estamos en 1935, a un año del golpe de estado de Franco. Era, ya digo, muy joven. Visitó al rey Alfonso XIII en su exilio de París –luego moriría en Italia–. El monarca se despidió de ella con un beso en la frente. Fue, según declaró Alicia Navarro a “El Día” en 1984, en el hotel “Merise” de la capital francesa. Le ofrecieron hacer cine, pero lo declinó).
“Yo lo que quiero es llegar a mi casa de Méndez Núñez, en Santa Cruz, coser mis vestidos y enamorarme y tener hijos”, declaró.
(Curiosamente, nuestra otra Miss Europa 1970, Noelia Afonso, conoció a Alicia en París, cuando ella y su esposo y Noelia y el suyo cenaban en un restaurante. Casualidades de la vida. Seguimos con la entrevista).
–Siempre tuvo a Tenerife en el corazón.
“Siempre, jamás olvidé a mi tierra. Por cierto, Andrés, tú te pareces mucho a mi hijo Manolito”.
(Y yo, que no había cumplido entonces treinta años, me puse rojo, me quité del cuello una medalla de oro que llevaba de la Virgen de Candelaria y se la regalé. Se echó a llorar, se emocionó mucho).
–Usted entró en el puerto de Santa Cruz, meses después de lo de Torquay, a pie. Como una reina. Desembarcó, además, en la marquesina que se construyó cuando la visita del rey Alfonso XIII, en 1906.
“Sí, rechacé el coche que me ofreció el Cabildo. Quería respirar el ambiente, tocar a mis paisanos, vivir la emoción de ser recibida en mi tierra. Esta entrevista es la primera que me hace la Televisión Española y yo quiero enviar desde aquí un abrazo a todos los paisanos de entonces y de ahora que me demostraron y me demuestran tantísimo cariño”.
–¿Qué significa su esposo actual, Thales Papadopulos en su vida?
“Muchísimo. Nos casamos en el 73. Yo tenía ya más de sesenta años y no podríamos pensar en hijos, pero es un buen hombre, muy serio, muy detallista, muy amoroso. Esta estancia nuestra en Tenerife es como un viaje de novios”.
(No crean que los grandes escritores y poetas de la isla de entonces ignoraron el triunfo de Alicia en Torquay. Manuel Verdugo, Crosita y Nijota le dedicaron encendidos versos. Y hasta don Luis Rodríguez Figueroa se animó a escribirle unas poesías en los periódicos locales. También le hizo un discurso encendido de bienvenida, en nombre de la ciudad, el escritor y librero don Francisco Martínez Viera. Es que la belleza de aquella mujer imponía no poco a todo el mundo. Finalmente, Alicia Navarro Cambronero subió al “Packard” descubierto de don Álvaro Rodríguez López, que la dejó en su casa de la calle de Méndez Núñez. Era el 13 de septiembre de 1935, tras un montón de homenajes en toda Europa).
–¿Por qué se fue de aquí, Alicia, si estaba enamorada y si le tiraba tanto la isla?
“Mira, cuando una gana un concurso de belleza de esta categoría viajas, los sentimientos se van enfriando, aparecen los celos y se rompe todo. Yo elegí esa vida y no me puedo estar arrepintiendo ahora; además, soy muy feliz con mi actual marido. Echo de menos a mis hijos, eso sí”.
(Recuerdo que me ayudó mucho en esa entrevista la hija de un anticuario de La Laguna, cuyo nombre no recuerdo. ¿Remedios, quizá? Su padre era muy amigo de nuestra miss. Luego nos recibió en su casa, que se llenó de gente aquella noche, comentando la entrevista de televisión. Jamás, en mis cincuenta años de ejercicio profesional, había tenido tal éxito en una interviú. Al día siguiente, Alicia me llamó: “Quiero dar un paseo contigo”. Y entonces fue cuando recorrimos la calle del Castillo, con el éxito ya contado. La gente se paraba para verla pasar).
–¿Por qué se fue usted a Cuba?
“Pues porque me enamoré de un abogado palmero que emigró a Cuba, pero más tarde se rompió ese amor, Nos divorciamos, como he dicho. Trabajé en Miami en un comercio, pero yo quería volver a Europa. A él siempre le deseé lo mejor, pero no me siguió, se quedó en Miami. Tuvimos que salir de Cuba cuando la entrada del comunismo. Mi vida ha sido siempre como una huida hacia adelante, pero ahora, gracias Dios, tengo a Thales y con él estoy muy bien”.
Regresó algunas veces más a Tenerife, una tierra que no olvidó. Su sola presencia cautivaba, lo llenaba todo. Era una mujer sencilla, pero se movía como una princesa en los ambientes más sofisticados. Cuando me dieron la noticia de su muerte me entristecí mucho. Estaba delicada de salud, había pasado de los 80 años y su vida puso punto final. Su agitada, divertida y a veces triste vida. La vida de una diva. He recuperado mis notas de aquella entrevista en televisión, de la que por supuesto, en aquel desastre de archivo, no queda rastro alguna. ¡Se tiró tanto material en la Televisión Española en Canarias! Una auténtica pena. Pero quedan sus palabras y muchos recuerdos.
Andres, yo tuve la suerte de entrevistar a las mises de Europa, Alicia y Noelia, en un hotel de Las Américas por esa misma época. Todo un lujo. Inolvidable.
Fue en el programa de Luis del Olmo, Protagonistas. Y también se estimó un tiempo de 10 minutos y al final duro 35 debido a lo atractivo de las confesiones de ambas.
Un abrazo.