Parece cundir sobre el chavismo la certeza de que perderán las elecciones del domingo próximo. El hijo de Nicolás Maduro, Nicolás Maduro Guerra, conocido por Nicolasito, ha declarado en Caracas que “si no ganamos, entregaremos la presidencia y seremos oposición”. ¿Estrategia, opinión sincera? Pronto lo sabremos.
Estas palabras chocan con las de su propio padre, que prometió un baño de sangre y auguró una guerra civil si perdía las elecciones del domingo. Todo parece indicar que los chavistas asumen la derrota, aunque hay que advertir que Nicolasito está convencido de que su padre vencerá en las urnas. A la vista de las encuestas y de las manifestaciones populares no lo parece, pero cuando se habla de Maduro y de elecciones siempre hay que tener en cuenta las trampas.
Nicolasito es diputado de la Asamblea Nacional y el hijo predilecto del presidente, su ojito derecho. Pero parece que la realidad se está imponiendo entre los chavistas, que ven muy difícil que Edmundo González no se haga con la presidencia de la República el día 28.
El ex presidente argentino Alberto Fernández, que estará en Caracas para supervisar los comicios, ha dicho lo mismo que Lula, poco más o menos: “Si Maduro es derrotado tiene que aceptar. El que gana, gana, y el que pierde, pierde y punto; se terminó”, dijo textualmente el político argentino.
Cada vez más se percibe en Caracas la derrota del chavismo. La oposición pasea su poderío por todo el país, con una enorme fuerza, pero el resultado se vislumbra con muchas reservas, por las previstas triquiñuelas del chavismo y del Consejo Nacional Electoral controlado por el Gobierno, quien también tiene en sus manos las máquinas del recuento. Todo el mundo da por seguro que habrá pucherazo y que los chavistas harán lo posible para que la oposición, que ha prometido una transición sin odios, no se haga con el poder.
Aunque la transición sea pacífica, nada evitará que Nicolás Maduro y otros líderes del chavismo se enfrenten a los tribunales, unos por crímenes y torturas y otros por meter la mano en la cesta de las manzanas: el dinero del petróleo y de las explotaciones mineras. Por muy pacífica que sea la transición hay delitos que no pueden ser pasados por alto, a no ser que se dicte una amnistía general que ponga a cero el contador, algo muy difícil de asumir por quienes, en Venezuela o actualmente en el exilio, hayan sufrido las tropelías del chavismo. Incluso graves daños físicos y psíquicos en las prisiones chavistas.
Las últimas tropelías del Gobierno de Maduro se refieren a medios de comunicación. Al menos tres medios on line críticos con el chavismo han recibido bloqueos en sus servidores y ya no llegan a los terminales, según denuncia la Plataforma Unitaria Democrática, mientras que la Sociedad Interamericana de Prensa denuncia un “apagón casi total” porque los canales de televisión y de radio independientes han sido silenciados.
Todo esto da a entender que el chavismo no se va a rendir fácilmente y que algunas declaraciones responden más a estrategias electorales que a opiniones sinceras. Esto al menos es lo que se deduce del atrevimiento de las autoridades chavistas a censurar a los medios y dejarlos sin señal, a sólo cuatro días de la fecha de la votación para elegir nuevo presidente, el próximo domingo.
