El conocido inversor bancario, prestamista y usurero Ram Bhavnani, residente en Tenerife e hindú-paquistaní de nacimiento, que hace años se hizo de oro con sus transacciones en la banca española, ha entrado en el capital de BBVA en plena OPA para la adquisición del Banco Sabadell por el grupo vasco, a través de dos de sus sicavs que continúan activas, Bombay y Kalyani.
La información fue publicada en estos días por el periódico digital The Objetive, obtenida a través de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV).
La primera sicav aporta 1,86 millones de euros para la adquisición de títulos del BBVA y la segunda, para idéntico fin, realiza una inversión de 498.000 euros. No son cantidades importantes, pero Bhavnani mete una pata dentro del banco vasco, en plena expansión de esta entidad. Y en plena OPA al Sabadell. Ya realizó una operación similar cuando el Barclays adquirió el Zaragozano. Pero aquella vez, a la inversa.
El indio ha tenido la visión y la intuición de siempre, ya que ha visto que, tarde o temprano, la entidad vasca va a triunfar en su ofensiva hostil sobre la catalana, a la que tiene en su punto de mira desde hace años. El BBVA ha puesto sobre la mesa una OPA con canje de acciones que los catalanes rechazan, pero que acabarán aceptando.
Bhavnani está presente en el accionariado del Sabadell con una cantidad simbólica. El inversor indio intenta, según The Objetive, “de nuevo, demostrar su experiencia en el mundo financiero”. Mejor que se compre unos zapatos nuevos, pues anda por ahí con unos de hace veinte años, remendados cuarenta veces. Y dicen que es una de las grandes fortunas de este país. En elegancia, no, desde luego.
Su fortuna se inició en el Banco Popular, que se fue al garete, y con sus compras de acciones del Banco Zaragozano, que más tarde fue absorbido por el Barclays británico. Bhavnani ganó, en los tiempos de esta operación, mucho dinero. Dinero que posteriormente invirtió en Bankinter, en plena expansión de esta entidad.
En Bankinter, este indio, aunque nacido en Pakistán cuando este país formaba parte de la India, que hoy tiene 80 años, multiplicó de forma exponencial sus beneficios, antes de vender sus acciones a Credit Agricole. Llegó a controlar el 15% del capital de la entidad presidida por Jaime Botín.
Antes había colocado en el consejo de administración del Zaragozano a un hijo suyo, que acudía a las sesiones del consejo en mangas de camisa y todo desmanguillado, lo que provocaba la hilaridad de los otros consejeros. Pero allí estaba el hombre, impertérrito, representando a su no menos poco elegante padre.
Controló, ya digo, el 15% de Bankinter y ahí comenzó su verdadero éxito, gracias a las inversiones exitosas de Jaime Botín, que acaba de morir, como la aseguradora Línea Directa, que aumentó de forma importante los ingresos y los beneficios de la entidad y de la que Bankinter es el único accionista, aunque eso nunca se sabe del todo. En Bankinter, Bhavnani se hizo auténticamente de oro. Una inversión de 20 millones de pesetas en 1983 se convirtió en 600 millones de euros pasado el año 2000. Han leído bien, pesetas y euros.
Cuando un empresario está en apuros acude a Bhavnani, que presta el dinero y se cobra por adelantado todos los intereses del préstamo, como regla general. Intereses que bordean o caen de lleno en la usura, sobre la que no se legisla seriamente en España desde casi el siglo XIX (ley Azcárate de 1908), aunque el Tribunal Supremo considera hoy que existe usura cuando el interés cobrado supera en, al menos, seis puntos el interés medio en vigor en el país.
Estas directrices judiciales del Supremo son muy laxas en los tribunales de instancia españoles y se producen muy pocas demandas por razones obvias para los intereses de los prestatarios, que no denuncian al prestamista porque no les interesa. Por si tienen que renovar o solicitar otro crédito.
Puede decirse que Bhavnani es el Mr. Scrooge del cuento de Dickens, en versión moderna, cuento con el que nos atormentan en cada Navidad los canales de televisión. Lo que pasa es que, en vez de ser inglés, como el protagonista del cuento, es hindú. Y que aquí no hay nieve y ya no se usan las levitas negras ni los sombreros de copa, ni hay que ser petudo para prestar dinero. Sólo tiene en común con Mr. Scrooge los zapatos y la ropa vieja.
Se cuenta una anécdota de Bhavnani, que seguramente será exagerada. Dicen que una vez movió un mostrador de tres toneladas porque se le había caído debajo una moneda de un euro. Cuando le preguntaron por qué hacía eso, él respondió que tenía curiosidad por ver dónde había caído la moneda.
Bhavnani, llegado a Canarias, empezó su trayectoria empresarial y financiera al tiempo que vendía artículos al por menor (transistores y cámaras fotográficas) en el comercio de una familia hindú, Casa Kishoo, ahora situado en la avenida 3 de Mayo de Santa Cruz de Tenerife, familia con la que emparentó al casarse con la hija del dueño. Su capacidad para el ahorro tendría que estar reflejada en los manuales de auto ayuda para financieros de todo el mundo. Hasta comía poco para no gastar. Pero no se le ve desnutrido.
Mientras su familia política ganó dinero, pero menos, y ha montado una fundación altruista, él apostó por la bolsa, tuvo un par de golpes de suerte, se especializó en la actividad bursátil bancaria e invirtió bien en esas entidades, siempre jugando a comprar y vender acciones y a estar al loro en las fusiones y absorciones bancarias, como es el caso.
Le fue bien, contando hasta los céntimos. Hoy sigue en los mismos términos, porque un traje puede durarle diez años, poniéndoselo todos los días. Es un genio de las finanzas y, por lo que se ve, del textil y del calzado de larga duración. De un calzado y un textil de vida eterna diría yo.
Un pelín exagerado y no muy lejos de la realidad. Sería curioso que alguien explicara como se hizo el Sr Bagwani con hoteles y terrenos en el sur de Tenerife. O que los expliquen los que les”vendieron” in extremis