Esa chica llamada Meloni

A mí esa joven llamada Giorgia Meloni, primera ministra italiana, se me parece mucho, en sus actuaciones políticas, con Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid. Lo tiene más fácil Meloni, que en su país es respetada y admirada, que Ayuso, perseguida con saña por los socialistas, conscientes de su liderazgo. Pero ambas están llamadas a conseguir logros muy importantes en sus dos países. España se nos ha llenado de comunistas de poca monta, porque el socialismo democrático ha sufrido la peligrosa deriva hacia la otra izquierda, por interés, cuya dañina amistad ha asumido un presidente del Gobierno listo, pero incapaz de evaluar las consecuencias de sus actuaciones a largo plazo. Sánchez está muerto políticamente, como lo está cualquier presidente incapaz de aprobar unos presupuestos en el Parlamento. No aprobará ni uno más, de aquí a 2027. Es imposible, a no ser que convierta España en un Estado federal y eso me da que por mucha trampa que haga –que es lo suyo— no lo va a conseguir. Y la corrupción en Navarra, por ejemplo, que era el punto de partida, tampoco está para muchos pactos federales. Meloni va camino de ser una líder europea, yo la veo como la próxima presidenta de la Comisión, en vez de una Ursula Von der Leyen con poca clase política y con escaso peso internacional. Meloni vivió, como saben ustedes, en La Gomera, donde sus padres explotaban el mejor restaurante de la isla. O sea, que ahí tiene Canarias una amiga. En España, Sánchez gana tiempo, siempre está ganando tiempo, pero hasta “Le Monde” le dice ya que un presidente sin presupuestos es también el presidente de un Gobierno acabado. Además, añado yo que preside un Gobierno de vagos, en donde nadie da puto clavo y un Gabinete al que cualquiera pertenece, porque son todos ellos ministros y ministras de conveniencia, con un solo punto en común: contentar a los partidos que mantienen a Sánchez en el poder a toda costa. Y esto lo saben ya en Europa y lo empiezan a saber en la despistada Latinoamérica, de donde viene ahora Sánchez sacando pecho por haber captado unos aliados que tienen tan poco que decir y nulo poder. Unos aliados anti Trump, ese señor alto con pinta de oso que mandó sentarse a Sánchez en aquella reunión de la OTAN.