La cadena COPE ha informado esta semana, por boca de los familiares del paciente, de que un hombre que sufrió un ictus y fue trasladado al Hospital Universitario de Canarias, estuvo sentado más de cuatro horas en una silla, sin ser atendido, a pesar de que se tenía constancia de los indicios de haber sufrido el accidente vascular cerebral.
Un hermano del paciente confirmó que lo dejaron estar con él dos periodos muy cortos, de dos minutos, de tiempo, y que lo pudo encontrar, sentado en una silla, entre la maraña de camillas instaladas en los pasillos, en unas urgencias completamente colapsadas.
Lo que está ocurriendo en el HUC es una vergüenza para la sanidad canaria, en unos momentos de “picos” altos de pacientes con gripe, que acuden en masa al centro para ser atendidos, en vez de dirigirse a las urgencias de los ambulatorios.
En medios sanitarios solventes, El Burgado ha podido saber que la Consejería de Sanidad del Gobierno de Canarias ha abandonado por completo el Hospital Universitario, en beneficio de otros centros, lo que también afecta a la precaria situación en la que se encuentra la Facultad de Medicina.
Ni los sucesivos rectores de la Universidad de La Laguna, ni la Consejería de Sanidad, durante años, han podido o querido resolver, y tienen firmado un convenio, la situación lamentable de la Facultad de Medicina. Y el Hospital Universitario tampoco ha podido, o querido, resolver el problema de las urgencias, en lamentable situación desde hace varios años, por falta de organización, a pesar del ímprobo trabajo de los profesionales –insuficientes— destinados a este departamento.
Fuentes consultadas por El Burgado afirman que el espectáculo de los pasillos de las urgencias del HUC es “tercermundista”, sin que los pacientes disfruten de la mínima privacidad, masificados y sin camas a los que desviarlos una vez que son diagnosticados. Una fuente hospitalaria consultada, que no quiso ser citada, calificó la situación de “caótica”.
El HUC, que fue un hospital de referencia para la sociedad tinerfeña, ha sido abandonado tradicionalmente por la Consejería de Sanidad de los sucesivos gobiernos de Canarias, en beneficio de otros centros. Los hospitales del Norte y del Sur no significan un alivio para este centro, porque no cumplen con los cometidos para los que fueron creados. Las clínicas privadas concertadas no cuentan con los servicios de un gran hospital y entre todos han convertido la sanidad tinerfeña en un enorme caos. Además, los mejores médicos se han marchado del HUC para trabajar en otros hospitales en condiciones más atractivas para ellos.
Por otra parte, no existe educación ciudadana en el sentido de los pacientes utilizar las urgencias de los ambulatorios para casos más leves y comunes, como la propia gripe, o el covid, lo que colapsa las urgencias del HUC (que atiende a pacientes de todo el Norte de la Isla, incluida La Laguna) mientras que el Hospital de La Candelaria atiende a pacientes de Santa Cruz y del Sur.
El HUC, además, ha sido politizado por los sucesivos gobiernos, eligiendo a gerentes partidistas de reconocida incompetencia. Ello afecta, como hemos dicho, a la Facultad de Medicina, en la que prácticamente no existen catedráticos y las jubilaciones absurdas de grandes profesionales la han dejado sin prestigio y con apenas un puñado de profesores de garantía docente.
La sanidad, en la isla de Tenerife, es, sencillamente patética, tanto en el aspecto asistencial como en el académico.