¿Te confesarás con el papa, Begoña?

A lo mejor va Begoña, con Pichón, al Vaticano, a confesarse con el papa de sus pecadillos de tráfico de influencias (presuntos) que le ha trincado el puntilloso magistrado Peinado, que es un hacha el tío investigando las cuitas de la mujer de negro. No sé si Pichona acompañará a Pichón, el viernes, al Vaticano, ellos, que son de poco creer, para recabar la bendición divina con patente de corso para seguir jodiendo a los españoles, Dios mediante. El papa argentino le habría impartido la absolución y aquí no ha pasado nada. Sánchez, vaya solo o acompañado de Pichona,  es capaz de pasar por la horca caudina de la fe con tal de mantenerse en el poder. Es capaz de pactar hasta la reducción de condena de quien le dio dos tiros en la nuca al pobre Miguel Ángel Blanco, atado, torturado y en el suelo. Y los imbéciles del PP y de Vox haciendo de cómplices involuntarios de la aprobación de una ley de locos, porque no se enteran de nada. 160 años, o así, tenía de condena Txapote y los mismos, o más, los otros asesinos que saldrán mañana o pasado de las cárceles. Estará contento el juez Marlaska, otrora perseguidor de etarras y ahora exegeta de las decisiones del tonto de Sánchez, cada día más vanidoso, cada día más caradura, cada día más perverso, cada día más estúpido. Las 500.000 personas que se manifestaron cuando mataron a Miguel Ángel Blanco, con las manos pintadas de blanco, los familiares de los inocentes que asesinaron Txapote y su cuadrilla no volverán a manifestarse porque tampoco tiene sentido. España cada vez se aleja más de ser un Estado de Derecho y con Sánchez amarrado al poder con las bridas de Bildu se parece más, cada día que pasa, a un Estado fallido, como Venezuela. Quizá el matrimonio, o Sánchez solo, acuda al Vaticano, conversos de nuevo cuño, a pedir piedad al papa o a justificar ante el pontífice por qué todavía el presidente del Gobierno español no ha pedido la ayuda europea de Frontex para evitar la inmigración ilegal y las muertes en la ruta canaria. De Sánchez se puede esperar cualquier cosa, incluida su conversión por conveniencia, a lo que sea. Lo mismo le da el papa que el dalai lama que el patriarca de la Iglesia Oriental. Todo le vale con tal de no bajarse del burro.