Otra vez la Bego

En los periódicos de esa península no se habla de otra cosa sino de que la Bego, la Pichona, la mujer del presidente, pudo valerse de su posición cercana a Pedro Sánchez para vender favores. No lo dice Pepito el del bar de la esquina, lo dice la Sección 23 de la Audiencia Provincial de Madrid, avalando en gran parte las actuaciones del juez Peinado, con lo que los magistrados colocan a la Bego en una posición comprometida, que en un país normal provocaría la dimisión del hombre del traje refractario; por eso, por motivos de proximidad. No sé, en este rebumburún tenemos a un Revilla que ha perdido el rumbo y no se aviene a pedir disculpas al rey emérito y monta un show dentro y fuera del juzgado encargado del asunto de su conciliación. A mí Revilla, que era un pelota que le llevaba anchoas al rey e iba en taxi a La Zarzuela, antes me caía bien pero ahora me parece un pesado, tirando a plomo, que asusta. Tiene un ego enorme, lo que le gusta es lucirse en la televisión y ha traicionado, por lo que veo, su admiración por el monarca, que merece el respeto de la gente cabal por su papel en la Historia de España, que ese papel no se lo puede quitar a don Juan Carlos ni ese Revilla ni mil Revillas, ni siquiera un camión entero de anchoas de Santoña. Y en cuando a la Bego, a la que han desaparecido dentro de los gruesos muros de La Moncloa, pues es de desear que se cierre ya la investigación y que se abra, en su caso, el juicio oral para acabar con esta tragedia griega en mil actos que a mí, un suponer, me está dejando seco. En la 13 Rúe del Percebe entra el fiscal general García Ortiz a quien la UCO señala ya como el gran filtrador del Reino, aunque él siga ahí, en su cargo, tan campante, porque a todos estos pájaros del clan Sánchez les queda siempre el Tribunal Constitucional, como a Rick el americano y a Ilsa Lund les quedaba París en la película “Casablanca”. Cada vez que me levanto por las mañanas, muy temprano, a leer la prensa (luego me vuelvo a acostar, agotado) me pongo muy nervioso al ver lo convulso que se ha vuelto este país, bueno, o los dos países en que han convertido a España. Porque ya me dirán ustedes, desocupados lectores, si todo esto es normal.