Fíjense ustedes la obsesión que tiene el PSOE con Ayuso, y lo que la teme, que el delegado del Gobierno en Madrid, un tal Francisco Martín, se creyó el rey y pronunció un discurso de fin de año, con el único motivo de poner como un zapato a la presidenta de Madrid, azote del sanchismo, Isabel Díaz Ayuso. Eso sí, no tuvo reparo en ensalzar a su presidente del Gobierno, que puso en su día ahí, en este cargo, a este estómago agradecido, pesebrista de tres al cuarto, mientras, en la Navidad, el sátrapa esquiaba en Huesca olvidándose de las víctimas de Valencia y con una escolta de veinte tíos con perros y cien guardias civiles. Cojonudo. Este es el PSOE de Sánchez, que ha creado un comisariado con el rango de subsecretaría y va a nombrar a una tipa de su régimen, con sueldo de 80.000 euros al año, para dirigirlo, con el único motivo de celebrar los 50 años sin Franco. 100 actos, que nos costarán un pastón de nuestros impuestos, cuando la mayoría de los españoles no está para celebraciones y no se acuerdan ya del dictador. Como si ellos se sintieran capaces de borrar la historia. La derecha no tiene relato, porque yo de ella montaría inmediatamente otro show similar para condenar los desmanes del PSOE durante la guerra civil, olvidada por todos menos por Sánchez y Zapatero, y la participación activa de ese partido en las sacas y en los asesinatos y violaciones de curas y monjas y personas honestas y valiosas y gente del pueblo como miembro que fue –el PSOE— del asqueroso y asesino Frente Popular. En realidad fueron ellos quienes crearon y dieron vidilla a Franco, que murió en la cama porque no tuvieron el valor de derribarlo, y dieron pie a sus atrocidades, que fueron muchas y lamentables. Tantas como las del otro bando. Sánchez es un caradura, un plagiador de tres al cuarto y un hombre sin capacidad intelectual para dirigir un país más que haciendo trampas y mintiendo, que son –además de practicar el esquí, muy mal, cayéndose a cada rato— los deportes a los que se dedica todos los días. Es un tipo con cientos de asesores que sólo vive del engaño y de los pactos abominables calificados por uno de los socialistas más valiosos de la Transición, Alfonso Guerra, como Frankenstein. Este año 2025 no tiene visos de ser mejor que el anterior, porque los anuncios que se hacen por parte del Gobierno no invitan al optimismo. Que se dé una vuelta el felón de La Moncloa por un supermercado. Que vea los precios, sin control a pesar de haber bajado el IVA de los alimentos –que ahora volverá a subir–. La golfería socialista no parece tener fin. Sigan votándolo en las próximas elecciones porque esta es una España, entre otras cosas, muy desinformada y muy despistada. Feliz 2025.
domingo, 18 mayo,2025
