Los ocho millones de venezolanos en el exilio y los que todavía quedan en Venezuela se preguntan dónde está la presidenta de la Comisión Europea, el amor platónico de Pedro Sánchez, Ursula Von der Leyen.
Todavía, la mujer que puso la eficaz Merkel en el puesto que ocupa, no ha pronunciado una palabra condenando el régimen de Maduro y proclamando la victoria electoral de Edmundo González Urrutia. A pesar de que ya lo ha hecho su Parlamento por abrumadora mayoría. La decisión parlamentaria no tiene carácter vinculante para la Comisión.
Von der Leyen está vendida al socialismo europeo porque con sus votos está donde está, pero su parcialidad la puede perder. Cada vez es menos reconocida en las instituciones europeas y lo de Venezuela puede ser un peligroso precedente a la hora de analizar sus comportamientos. Europa y el mundo entero deploran la dictadura de Maduro y ella no se ha enterado todavía.
Ocurre lo mismo en España, que permite que en su territorio –la residencia del embajador Ramón Santos— se haga firmar al presidente electo un documento coactivo, en presencia del propio embajador, que se deje entrar a Delcy Rodríguez, que no puede pisar territorio de la Unión Europea, y a su hermano Jorge, el brutal y descarado presidente de la Asamblea Legislativa del país caribeño. Y lo que es más grave: que entraran también en territorio español en Venezuela agentes del Sebin, que grabaron la firma y las conversaciones sin permiso del embajador, que ni siquiera se enteró de que “aquellos señores” que acompañaban a los Rodríguez eran agentes secretos.
La situación se agrava cuando el abogado Julio Borges, ex presidente de la Asamblea Legislativa, exiliado en España, confirma que Zapatero le quiso hacer firmar, en la República Dominicana, un documento similar al que firmó Edmundo González en la Embajada de España en Caracas. “Zapatero aspiraba al premio Nobel de la Paz”, dijo Julio Borges, al que llegaron a ofrecerle dinero si firmaba acuerdos favorables al chavismo. Borges añadió que el propio Zapatero le llegó a amenazar con represalias contra él y su familia. “No conoces mi peor cara”, le dijo Zapatero, que intentó engañar a la oposición para que firmara el acuerdo en las conversaciones de Santo Domingo.
Julio Borges reconoció en una entrevista con el periodista David Placer, que él intentó engañar al chavismo, pero no logró. La represión contra su entorno fue terrible, indicó el ex presidente de la Asamblea, que era el presidente de la delegación de las conversaciones de la República Dominicana. “Veo paralelismos en lo que ocurrió en 2018 y lo que pasó ahora en la Embajada de España en Caracas, claro que sí. Ahora lo han repetido, siempre con el mismo guion y con la misma maldad. Yo entiendo a Edmundo, él no negoció su salida, le pusieron una pistola en la cabeza y lo obligaron a marcharse. Zapatero ejerció de policía bueno y le dijo que se podía ir a España. Zapatero es más perverso aún que la policía mala. Es escandaloso que esto haya ocurrido en el interior de una Embajada de España”.
“Maduro está robando y robando y robando cada día más en Venezuela. Zapatero fue testigo electoral y no dice lo que vio; y lo sabe. No es posible respetarlo, ni políticamente ni éticamente. Los hechos hablan y el papel decadente de Zapatero en las negociaciones de República Dominicana fue evidente. También ahora, en la salida de Edmundo González. A él los Rodríguez (Delcy y Jorge) no lo respetan, le dan órdenes y lo ningunean en público, lo mandaban a callar y Zapatero rectificaba sobre la marcha”.
“Lo de Zapatero es puro dinero, a costa de la pobreza de la gente. Y lo de la mina es posible, pero también el petróleo, inversiones, es decir, una multi taquilla. Ahí lo que hay es una enorme gestoría de negocio. Todo es posible porque la corrupción es evidente”.
Estas declaraciones, gravísimas, siguen sin causar efecto en España y en la Unión Europea y aviva el enfado de venezolanos influyentes residentes en los Estados Unidos y en todo el mundo. En este momento se baraja una “extracción” de Maduro por parte de mercenarios de Blackwater, el mayor ejército privado del mundo, cuyos mercenarios cobran entre 500 y 2.000 euros diarios, fundada por el ex militar Erik Prince.
“Se necesitan diez millones de dólares”, comentó una fuente, para actuar, pero Estados Unidos debe aumentar de los 25 millones actuales a 100 millones de dólares la recompensa por capturar al sátrapa. Con esas dos cantidades sería posible una extracción, aunque no exenta de riesgos por los apoyos rusos y chinos que puede recabar Venezuela. 15.000 personas han enviado ya donativos a Blackwater. Algunos expertos no ven viable esta operación, por los riesgos que comporta.
Zapatero en estos momentos está escondido. No puede salir a la calle porque la repulsa de la gente hacia él es evidente. Peor aún que con Pedro Sánchez. En Venezuela va fuertemente escoltado por agentes del Sebin. Todo parece indicar que ahora está en España, pero no se sabe dónde. Y lo que es evidente es que lo han hecho millonario. Porque la traición tiene un precio. A lo mejor la respuesta está en la Audiencia Nacional. Zapatero es tan indigno que soporta los reproches de Delcy Rodríguez y de su hermano en reuniones públicas: “Cállate y siéntate”, llegó a decirle Delcy en una de ellas. Y el ex presidente español se calló y se sentó, con cara de circunstancias.
