En el fútbol se pasa del cero al infinito, de acuerdo con lo que aciertes en el juego y en el gol.
Cuando el Madrid perdió, el otro día, por una manita a dos, en la final de la Supercopa de España, en Yedah, ante el Barcelona, el Real era muy malo. Lo pagó luego el Celta, en la Copa del Rey, que aunque le empató al Madrid en el último minuto, en la prórroga marcó tres más en equipo del Bernabéu; pero la afición seguía mosqueda.
Hoy, Ancelotti se jugaba el liderato de la Liga. Y lo consiguió metiéndole siete goles a la U.D. Las Palmas, tres de ellos anulados, uno de ellos, a Mbappé, por un error del VAR y del árbitro. Pero da igual, valieron cuatro, a pesar de que Las Palmas había marcado (Fabio Silva), en un despiste tradicional de la defensa blanca, en el segundo 26 del partido.
Empató de penalti Mbappé, tras un derribo de Sandro a Rodrygo, un penalti de esos absurdos, que ejecutó primorosamente el delantero francés, engañando a Cillisen, el exportero del Barça hoy en Las Palmas.
Luego llegó un festival de juego del Real Madrid, con gol de Brahim en jugada de todo el equipo y más tarde un pepinazo a la escuadra de Mbappé, con el que (3-1) se terminó la primera parte.
Era una avalancha, una abrumadora superioridad del Real Madrid y un público entregado, con el estadio Bernabéu repleto de una afición que quería que su equipo se reivindicara.
En la segunda mitad, otra jugada preciosista del Madrid permitió a Rodrygo colocar un balón raso, entre las piernas de los defensores, hasta el fondo de la red del equipo que viste de amarillo. Rodrygo hizo un gran partido, jugando por la izquierda, con mucha seguridad y a gusto. Mucho mejor que el último Vinicius, que ya no juega sino protesta.
Dos goles más anulados al Madrid, uno a Valverde, el suyo clásico lanzando un obús desde fuera del área, y otro a Bellingham. Bueno, cuestión de ajustes. Uno por fuera de juego anterior de Lucas Vázquez y el otro por discutido off side de Rüdiger en un salto. No sé. El VAR siempre perjudica al Real Madrid. De todas formas, al árbitro, Quintero González, un joven colegiado recién ascendido, que pitaba por vez primera en el Bernabéu, le quedaba grande el partido. Pero bueno, al Madrid le sobraban goles, no importa tanto el colegiado, que expulsó justamente a Benito, advertido por el VAR, por una patada en el costado a Lucas Vázquez. Esta vez el VAR, donde estaba Figueroa Vázquez, hizo justicia.
Otra buena noticia del partido fue que Alaba volvió al campo durante quince minutos, tras más de un año en la enfermería. Lo hizo bien. También debutaron un par de chicos de la cantera y Asencio cumplió otro buen partido como central titular.
Pero la sensación de ayer, además de Mbappé, fue Ceballos, que fue despedido, faltando quince minutos para el final, con el Bernabéu puesto en pie. Desde que le dijeron, y lo asimiló, que hay que jugar de frente a la portería contraria y no dando pasos atrás, Ceballos es otro. Ayer fue el dueño del centro del campo. Y a la hora de interceptar a los rivales, dio una clase. Recuperó todos los balones que intentó cortar. Creo que 27. Un maestro.
El Real Madrid ha cambiado de cara y vuelve a ser él, olvidando pasadas actuaciones tan nefastas como la de Arabia Saudita. Es líder de la Liga, le saca siete puntos al F.C. Barcelona, ha superado al equipo del rencoroso Simeone y se ha quitado las telarañas en un plis/plas.
Puede ganar la Liga, aunque queda toda la segunda vuelta, y vuelve a ser el equipo que intenta ganarlo todo. Ayer hizo un derroche de fuerza, de clase, de garra y de sacrificio. Vale la pena verlo así.
