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jueves, 11 diciembre,2025

¿Va España como un cohete?

La ilusión del PIB y la realidad de la riqueza

En el debate público actual se repite la consigna de que la economía española avanza a gran velocidad. Los datos de crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) se utilizan como evidencia de éxito. Sin embargo, economistas advierten sobre la desconexión entre esta métrica y el bienestar ciudadano. El PIB funciona como indicador de actividad, pero no necesariamente de riqueza o progreso.

Para comprender la limitación del PIB basta analizar la naturaleza de los eventos que lo hacen crecer. El documento base de este análisis ilustra la situación con una colisión en la autopista: el evento moviliza grúas, ambulancias y talleres. Para la contabilidad nacional, el accidente suma positivo porque genera una cadena de gastos.

Esta lógica perversa se manifiesta en tragedias recientes sufridas en España. Fenómenos como la erupción del volcán de La Palma o los destrozos causados por la DANA provocan un aumento paradójico en el indicador. La inyección de fondos para desescombrar, reconstruir infraestructuras o indemnizar daños computa como «crecimiento».

El economista francés Frédéric Bastiat describió este fenómeno en el siglo XIX como la «falacia de la ventana rota». La destrucción obliga a gastar recursos para recuperar lo que ya existía. La sociedad no se enriquece; consume capital para volver al punto de partida. El PIB no distingue entre crear valor nuevo y reparar daños; cuenta la actividad, aunque esta nazca del desastre.

La fórmula del PIB ($C + I + G + X – M$) incorpora el Gasto Público ($G$) como componente sumatorio. Esto permite influir en el crecimiento mediante el aumento del presupuesto, sin valorar la utilidad del desembolso.

Si el Estado contrata un equipo para cavar un hoyo y otro para taparlo, el PIB sube, aunque no haya cambio real en el mundo. Simon Kuznets, artífice del sistema de cuentas nacionales en los años 30, advirtió al Congreso de Estados Unidos sobre este riesgo: «es difícil deducir el bienestar de una nación a partir de su renta nacional». Kuznets insistía en la necesidad de analizar no solo cuánto se produce, sino qué se produce.

En este contexto, los fondos europeos Next Generation EU actúan como un potente distorsionador de la estadística. España recibió la asignación de una cantidad masiva de capital (cerca de 160.000 millones de euros entre transferencias y préstamos) para reactivar la economía. Al inyectarse vía gasto e inversión pública, estos fondos inflan el PIB de manera aritmética, independientemente de su retorno real.

Instituciones como Fedea (Fundación de Estudios de Economía Aplicada) han alertado sobre la lenta ejecución y la falta de transparencia en la llegada de este dinero a la economía real. Si el dinero se queda en la burocracia o en proyectos sin demanda, el PIB sube hoy por el gasto realizado, pero no genera riqueza futura.

Por su parte, el Banco de España y la AIReF (Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal) han revisado a la baja en varias ocasiones el llamado «efecto multiplicador» de estos

fondos. Sus análisis sugieren que, sin reformas estructurales que aumenten la productividad, el impacto de estos fondos corre el riesgo de ser transitorio: un «subidón de azúcar» estadístico que desaparece en cuanto se corta el grifo de la financiación europea, dejando al país con los mismos problemas estructurales pero con mayor deuda.

La metáfora del cohete es engañosa porque confunde velocidad con dirección. El PIB registra expansión tanto cuando se crea valor real como cuando una catástrofe obliga a gastar millones en reparaciones. Del mismo modo, la inyección masiva de fondos europeos y el aumento del gasto público inflan la estadística, pero no garantizan una estructura productiva más sólida.

Al validar el estado de la economía solo por este indicador, caemos en el error que señalaba Bastiat: miramos el dinero que se mueve, pero ignoramos el coste de oportunidad de ese capital. España puede presentar cifras macroeconómicas abultadas por la reparación de daños y el estímulo fiscal, sin que ello signifique que el país sea más rico. Celebrar el aumento del PIB sin descontar el efecto de los desastres y la deuda equivale a aplaudir el gasto necesario para tapar agujeros, en lugar de la creación de nueva prosperidad

Aday Moreno Pérez
Aday Moreno Pérez
Estudiante de Administración y Dirección de Empresas (ADE), comprometido con la libertad económica y el pensamiento austriaco.

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