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viernes, octubre 11, 2024

Mariano Daranas, el gran periodista canario olvidado por sus paisanos

Busco en ABC, y encuentro, el obituario de Mariano Daranas Romero, a quien tuve el placer de conocer y tratar, fallecido en Madrid el día 27 de abril de 1994, a los 96 años de edad. Había nacido en Las Palmas en 1898, pero tenía vocación chicharrera.

Tenerife le encantaba y en varios momentos pasó cierto tiempo hospedado en el hotel Miramar del Puerto de la Cruz, propiedad de su gran amigo Isidoro Luz Cárpenter, alcalde portuense y presidente del Cabildo de Tenerife que fue. El último gran líder del norte de la isla.

Era don Mariano Daranas un hombre cercano y afable, al que le encantaba alzar la voz en las tertulias para que se le entendiera, pues su garganta no era la mejor dotada: padecía una especie de ronquera.

Escribía como los ángeles. Es una pena que yo haya perdido un artículo, que me dedicó, y que escribió para un suplemento no recuerdo si de La Tarde o de este mismo diario sobre el norte de Tenerife.

Don Mariano, allí mismo, en el bar del hotel Miramar, improvisó, como hacía Ruano, una pieza literaria perfecta, sacando una pluma del bolsillo y pidiendo en el hotel unas cuartillas. Qué facilidad para hacer literatura. Sin embargo, jamás escribió un libro. Él decía (según leo en ABC): “La profesión periodística me ha infundido en lo espiritual y hasta en lo psíquico una olímpica satisfacción interior”.

Me contó que, siendo corresponsal en París, se enfrascaba tanto en sus crónicas que se olvidaba de las comidas, de almorzar y de cenar, y que cuando empezaba a entrarle hambre es cuando se percataba de que llevaba horas y horas ante la máquina de escribir, antes de ir al telégrafo a enviar sus crónicas.

Mariano Daranas, de ideología de derechas, fue amigo del periodista tinerfeño Delgado Barreto y sus primeros pasos periodísticos los dio en “La Gaceta de Tenerife”. Era admirador de don Antonio Maura y figuró, dice su obituario en ABC, como militante de las Juventudes Mauristas.

Como no publicó libros, para encontrar su obra hay que acudir a las hemerotecas. Fue redactor político de El Debate, donde Herrera Oria, luego cardenal, lo distinguió mucho, nombrándolo corresponsal en París. Más tarde fue corresponsal de ABC en la capital francesa. Y desde allí siguió el exilio del rey Alfonso XIII, tras la proclamación de la República, quien le distinguió con su amistad. La última vez que habló con el rey fue pocos años antes de su muerte, cuando en 1938 se lo encontró en una calle de Ginebra.

César González-Ruano, de quien fue gran amigo, lo cita en sus memorias, siempre con gran respeto. Se sentía tinerfeño, a pesar de haber nacido en Gran Canaria, en cuya capital realizó sus primeros estudios con mucha brillantez. Daranas y González-Ruano podían haber coincidido en el Miramar, el hotel de Isidoro Luz, en el Puerto de la Cruz. Ambos eran muy amigos del alcalde y médico portuense, formado en la Residencia de Estudiantes al lado de Dalí, Buñuel y Lorca, de ideología contraria a la suya, pero amigos.

Tanto Ruano como Daranas se alojaron en varias ocasiones en el referido hotel, invitados por el alcalde portuense, que luego les pedía impartir conferencias en el Instituto de Estudios Hispànicos de Canarias, institución presidida por Luz Cárpenter, y que hoy sigue viva, con un amplio repertorio de actividades y, sobre todo, con sus famosos Cursos para Extranjeros, por los que han pasado, como docentes, relevantes figuras de la literatura universal, preferentemente española y latinoamericana.

En alguno de sus viajes a América (concretamente a Río, para cubrir la Conferencia Panamericana) Daranas conoció y entrevistó al presidente norteamericano Truman y al secretario de estado, general Marshall, autor del llamado Plan Marshall para Europa, del que España quedó fuera por las diferencias de los Estados Unidos con Franco. Esto lo quiso solucionar el presidente Eisenhower con la llamada “ayuda americana” y con su visita a España en el año 1959. Se da el caso curioso de que uno de los intérpretes entre Franco y Eisenhower en esa visita fue el entonces joven diplomático y aristócrata español Antonio de Oyarzábal Marchesi, luego gobernador civil de Santa Cruz de Tenerife, que se casó con la hija del embajador USA en España, Beatriz Lodge. Dejaron ambos un buen recuerdo en la isla.

Fue Mariano Daranas, igual que otro gran periodista, Julio Camba, muy amigo de don Juan March, millonario mallorquín que financió algunos de sus viajes y que costeó la estancia, hasta su muerte, de Camba en el hotel Palace de Madrid, no en una suite sino en la más modesta habitación del establecimiento, un clásico de la hostelería y de los mentideros madrileños. Daranas conoció a don Juan March, financiador de la causa franquista en 1933.

Ejerció Mariano Daranas todos los géneros periodísticos, desde la crónica literaria –que bordaba— a la corresponsalía política y de guerra. Se enfrentó a la Resistencia francesa, a causa de su ideología. Realizó reportajes muy interesantes sobre la Europa y la América de su época y fue uno de esos autores del periodismo literario al que la historia no le ha hecho justicia, al margen de su ideología germanófila, lo que le valió graves enfrentamientos con la Resistencia francesa. Había sido, en España, crítico de teatro. En su currículo está la corresponsalía de ABC en Buenos Aires del 47 al 49 del siglo pasado y trabajó en Radio Nacional de España y en la revista Semana.

Era un periodista más puro que Ruano, que simultaneaba su profesión, también ejercida brillantemente, con trapicheos de antigüedades y relaciones económicas con los judíos de París, a los que ayudaba –o engañaba simulando ayudarlos— a salir de Francia. Existe una leyenda negra sobre esto. Daranas no se libra de otra leyenda: la de colaboracionista con el Gobierno de Hitler o con el francés de Vichy. Tuvo que salir de Francia casi al final de la guerra y fue sustituido por Luis de Armiñán en la corresponsalía de ABC. En 1946 obtuvo, por oposición, la jefatura de Prensa del Ministerio de la Gobernación español y luego fue enviado a Buenos Aires como corresponsal de ABC.

No terminó Daranas ninguna de las dos carreras que empezó –Derecho y Filosofía–. Se lo impedía su afición y dedicación al periodismo, en el que ganó dinero pero a fuerza de mucha tenacidad y horas de trabajo. Igual que los grandes maestros, como Ruano, Camba, Umbral, Raúl del Pozo, le inspiraba lo más nimio para hacer una crónica. Era un hombre dotado de una capacidad muy grande para improvisar y de una cultura enciclopédica. Es el más desconocido de todos ellos pero puede decirse que Mariano Daranas Romero fue uno de los grandes maestros del periodismo español de principios y mediados del siglo XX, desde que llegó a Madrid en 1914 como corresponsal del periódico canario “la Región”. Tenía 16 años.

Yo tuve ocasión de conocer y de hablar varias veces con don Mariano Daranas, en el Puerto de la Cruz, al principio de los años 70. Fue quien me recomendó para el examen de ingreso de periodismo a don Victoriano Fernández Asís, a la sazón presidente del tribunal, inolvidable director de “España a las 8” en Radio Nacional de España. Tengo las cartas cruzadas entre uno y otro referentes a mí, por cierto ambas muy elogiosas. Y estoy muy orgulloso de esos elogios.

De niño, me quedaba con la boca abierta escuchando a González-Ruano y a Mariano Daranas, por separado, en las tertulias del Miramar, en las largas tardes portuenses de julio y agosto. Mi padre dirigió ese hotel y yo no me perdía esas tertulias, siendo, ya digo, muy joven.

Hace tiempo les solicité a Isidoro y a Magdalena Luz Cullen unas fotos de don Mariano Daranas. Tenían muy pocas y eso que su archivo de esos años es importante. Yo fui el biógrafo de Isidoro Luz, en un libro de 1984, que titulé “Isidoro Luz, un hombre en la historia de Tenerife”. No hay ni un solo ejemplar disponible en las librerías.

Fue un librito leve, pero que glosaba la vida de este gran político, gran persona y gran portuense, al que admiré mucho y del que pronto haré una semblanza en estas páginas para recordar su figura. Lo presenté, junto a su viuda y sus hijos, en el Ayuntamiento del Puerto de la Cruz, ese año. El salón de actos se llenó de un público ansioso de mostrar su tributo a la familia de aquel gran hombre.

Al margen de sus ideas, que es preciso respetar como se hace con otros grandes cronistas de la época, hay que resaltar el valor literario y periodístico de la obra de este hombre, dotado de una gran facilidad de palabra y de una vena literaria espléndida.

Yo tuve el placer de conocerlo, repito, ya en una atmósfera de paz, en el tardo franquismo, alejado de cualquier relación con el régimen, incluso crítico con él. Ya era don Mariano un hombre de setenta y pocos años, por supuesto en plena lucidez. Hablaba mucho de sus hijos, uno de ellos, Mariano Daranas Peláez, letrado de Las Cortes y un gran constitucionalista. Una obra suya sobre la constituciones europeas es un libro clave para muchos opositores, especialmente para los de la Escuela Diplomática y otros organismos del Estado.

Para el periodismo canario, Mariano Daranas Romero es un gran desconocido. Y lo que he hecho yo aquí es solamente un acto de justicia.

Andrés Chaves
Andrés Chaves
Periodista por la EOP de la Universidad de La Laguna, licenciado y doctor en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense, ex presidente de la Asociación de la Prensa de Santa Cruz de Tenerife, ex vicepresidente de la FAPE, fundador de la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad de La Laguna y su primer profesor y profesor honorífico de la Complutense. Es miembro del Instituto de Estudios Canarios y de la National Geographic Society.

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