Por mucho clientelismo que exista en el PSOE, por muchas bocas que alimentan el partido y el Gobierno a costa de los españoles, por mucha cara que le eche al asunto, Sánchez, a la vista del informe de la UCO y de las evidencias que le asedian, se tiene que marchar. Por mucho menos se fue Zapatero y aunque este Sánchez le supere en capacidad de resistencia y en echarle rostro a los asuntos de Gobierno, no aguantará. Es rehén de demasiadas circunstancias, entre ellas de los comportamientos de su esposa, de los de sus ministros y ex ministros, de sus complicidades con países y gobernantes de muy dudosa reputación y de sus propios actos, además de los actos de quienes le ayudan a gobernar, entre otros los independentistas vascos y catalanes, que son casi todos ellos escoria.
Sánchez, con casi toda seguridad, no aguantará los casi tres años que le quedan de legislatura, porque este país va de escándalo en escándalo, dejando un reguero de podredumbre y de mal olor que tiene ciertamente preocupados a los españoles. Es malo seguir con este hedor, que puede hacerse irrespirable. Más de media España cree que Sánchez no la debe gobernar, no puede salir a la calle sin ser abucheado y los españoles están hartos de su chulería, de sus mentiras y de sus trucos, muy caros, para sobrevivir en el valle de lágrimas que él solito se ha construido.
Lo del informe de la UCO es demoledor para él y para una parte de su Gobierno. Hay ministros y ex ministros muy tocados y se cita con nombres y apellidos a los protagonistas de historias truculentas, cuyo epicentro está en las mascarillas de la pandemia, con las que algunos se enriquecieron, y en las misteriosas maletas de Delcy Rodríguez, la vicepresidenta venezolana, cargadas de oro hasta los topes y cuya procedencia y cuyo destino está todavía por aclarar. ¿A qué vino Delcy a España? ¿Por qué dejó Sánchez que entrara, a pesar de la prohibición de la Unión Europea? ¿Qué beneficios se obtuvieron de este viaje y quién o quiénes fueron los destinatarios?
Uno de los esbirros de Ábalos, el tal Aldama, ya está en prisión porque la Guardia Civil cree que tiene más de 70 millones de euros en el extranjero y existe riesgo de fuga. ¿De dónde proceden esos millones? A estas alturas hay mucho dinero de Europa que nadie sabe dónde lo ha colocado España y, lo que es peor, que Europa se siente impotente para averiguarlo. ¿Pero en qué país estamos? Se habla ya de corrupción sistémica en el Gobierno español y Sánchez ha colocado a España en la cola de la credibilidad. Hasta sus exegetas, sus cantores más entusiastas, han cerrado el pico y ahora no le defienden, aunque nadie tiene duda de que Sánchez los utilizará para el contrataque final: es decir, para morir matando.
¿Hablará Ábalos? ¿Hablará Aldama? Probablemente, sí. Probablemente la Guardia Civil sabe aún más cosas de las que ha publicado en el informe. El relato de la UCO es impecable, está redactado de una manera absolutamente demoledora y hay atrapados en esa telaraña ministros, altos cargos y porteros de discoteca, en una mezcla insoportable de corrupción. Veremos a ver qué dicen los jueces y si todo no termina como los ERE de Andalucía, indultados sus protagonistas de una forma impropia de una democracia por el Tribunal Constitucional y por el Gobierno.
Al mechero de Sánchez se le está acabando el gas. Yo creo que el matrimonio, atribulado, cercado por los acontecimientos, rodeado por el implacable anillo de la justicia, ve cómo se le acaba el tiempo de descuento de un partido perdido, en el que España va cayendo por goleada. No se puede seguir viviendo en medio de esta zozobra. Nunca habíamos estado tan políticamente atrapados en una red insuperable de corrupción, de presunciones y de certezas. Por Dios, que acabe esto cuanto antes. Y la mejor manera de que termine, y de que podamos volver a empezar, es que este tipo se marche. Él, su mujer y toda la tropa.
No lo digo yo, lo dice hasta Felipe González, que además tiene tres o cuatro candidatos para sustituir a Sánchez y para devolverle al PSOE su condición de partido político, abandonando su actual estructura de secta y de adhesión incondicional y vergonzosa al amado líder.