Una vez aprobada, por los pelos, la ley de amnistía, que no le va a servir para nada a Puigdemont, ni a Sánchez, ya se aprestan los catalanes a reivindicar el referéndum. La ley de amnistía se la van a cargar los tribunales, será difícil que Puigdemont regrese a España sin ser detenido y juzgado, será aún más difícil que Sánchez salga impune de esta trifulca, la mujer de Sánchez me da que es carne de banquillo, el PSOE está destartalado y más clientelar que nunca y España, hecha unos zorros. Pedro Sánchez, con tal de permanecer en La Moncloa, es capaz de romper España a machetazos. No tiene factores inhibitorios del ridículo y su narcisismo le lleva a hacer cosas ridículas, como su reflexión vía carta de amor, su visita posterior al rey y la defensa a ultranza de su mujercita, que me parece que va a pagar los platos rotos de la osadía y de la ambición de ambos. España, hoy, es una nación sin prestigio exterior alguno, inmersa en polémicas externas como la del Estado Palestino y la de Milei, amén del conflicto diplomático con Israel, dando palos de ciego y con una economía tambaleante que Pedro Sánchez intenta estabilizar subiendo los impuestos. Es decir, todo lo contrario de lo que debe hacer un gobernante, aunque el PP no es inocente porque Rajoy y su brazo ejecutor, Montoro, hicieron lo mismo cuando Europa nos quiso intervenir. Por lo menos en ese tiempo había una cierta justificación; ahora, no, ahora la cosa es para pagar asesores y medios de comunicación afines. Sánchez, en su esperpento, quiere que El País, grupo mediático pro-gubernamental y arruinado, ponga en marcha un canal de televisión y así contar con él para todo. Lo pagaremos los españoles, no hay problema. Le falta comprar el F.C. Barcelona, que sólo debe 1.500 millones de euros, o sea, una cantidad asumible para los que pagamos este mes la declaración de la renta. Mira, comprando el Barcelona se metería a los catalanes en el bolsillo sin referendum. Sánchez está cada día más acorralado, más sometido a un chantaje indepe y llegará un momento en el que tendrá que huir como las ratas del barco hundido. Oye, como su hermano, Portugal es un buen sitio para vivir. Está cerca y puede hacer su acostumbrada excursión en coche y chupa de cuero entre la horterada nacional. Con Begoña, si ella no está en alguna otra parte no deseada. Ay.
miércoles, diciembre 11, 2024