Hoy hacía mucho calor y sol en las medianías, pero en la costa corría la brisa; entre el sol y las nubes transcurrió el día, y sin querer llegaron las conversaciones largas, las anécdotas, las sonrisas y hasta unas risas que secaron el “gaznate”.
La noche anterior, en el Sauzal, dentro del “Verano de cuento”, unos jóvenes audaces y llenos de vida rapeaban con cada objeto que se exhibía, se hacían eco de su imaginación y sus ganas de transmitir paz y alegría. Hicieron anotar en una libreta su próxima rima y allí fueron a “acostar a la abuela”. Tenía que hablar “un minuto entero”, y dijo “puro reconocimiento”, “necesidad de cuándo vas creciendo”, y en aquella mesa donde se intentaba hidratar la garganta se evocaron tiempos en los que nuestros mayores nos demostraron con ejemplo cómo querían ser cuidados ellos, con amor, esmero y respeto.
En un momento donde los datos sobre dependencia son abrumadores, y donde en Canarias se celebra que pasamos de 647 días de espera para el reconocimiento de la situación de dependencia a los 600 días, es para aplaudir sin parar y sin que haya un mañana; máxime cuando todos podemos ver en qué se emplea nuestro dinero, porque hay ya que ir averiguando quién es el primo que ha creado el nuevo canal de comunicación abierto por el Cabildo para informar a los autónomos sobre cualquier novedad que pueda afectarles. No he escuchado que se abra un canal para escuchar a los miles de afectados por el retraso en el reconocimiento de su dependencia y que no tienen voz en ningún medio o lugar administrativo, salvo la queja al diputado del común, quien, en sus resúmenes anuales, sigue acordándose de los dependientes de esta isla y es el único altavoz que queda para dejar palpable la desastrosa gestión, y el desinterés generalizado.
Mientras, ya no sólo se escucha o atiende a nuestros mayores, sino que poco a poco, en distintas partes del país, se va borrando la memoria, la historia real y contada por quienes la han vivido y que no es Google. Y, como ejemplo, se reúnen en un pleno y deciden sin más, cerrar el Museo de las Navas de Tolosa; y cómo éste cuántos otros están siendo borrados y silenciados para reescribir lo que nuestros abuelos, bisabuelos y tatarabuelos nos contaron.
Son muchos los canarios que viven en las calles, se habla de unos 2.300 personas, sin techo y sin hogar, que un día, no sé por qué, aunque me lo puedo imaginar, se cansaron de luchar, a los que no se les abre ningún canal de información para que puedan mejorar y a los que hemos convertido en olvidados de un sistema que nos tiene obnubilados, entre verbena y verbena.
Y nada que ver con el 35 % de nuevos cargos de confianza y asesores del Gobierno de Canarias, 146 puestos nombrados a dedo, con un salario de media de 40.000 euros anuales. Pero desde luego ese no será el salario que la persona dependiente reciba, aún en la necesidad y la precariedad de la vida que le esté tocando llevar; ni la información que podamos obtener del canal de comunicación de cualquier administración y, mucho menos, el dinero a destinar a los que lo necesitan de verdad.
Pero no hay que temer; tenemos organizaciones mundiales dispuestas a velar por nosotros y nuestro bienestar y por temor a que el bicho volador se convierta en mono de verdad, ya andan por ahí contándonos una nueva historia de terror con la que entretener al personal; principalmente a nuestros mayores a los qué no sé por qué no dejan en paz y máxime cuando, como reza el dicho, “cuando las barbas de tu vecino veas pelar, ponte las tuyas a remojar”. Y yo, por eso, y porque no sé qué pueda pasar, ya he mirado la palangana que me voy a comprar, y según vea el devenir, igual lo convierto en un buen barreño.
