Sánchez se ha cargado a Pallete para poner en Telefónica a un amigo de Illa, socialista de carné, llamado Marc Muntra. Otro catalán en una empresa capital y la intención de que Telefónica, mal en bolsa, compre Indra. Y Sánchez, como nuevo patrón de Telefónica, se mete en el Ibex. Lo que le faltaba al Ibex. Es verdad que la compañía no iba bien, pero fíjense en lo que va a controlar Sánchez a partir de ahora. La industria armamentística española y las comunicaciones, las plataformas digitales, el fútbol, todo. Telefónica es un imperio y aunque las inversiones en Latinoamérica han resultados ser un fiasco, Pallete llevaba nueve años presidiendo la compañía y el nuevo, en teoría, no puede ser nombrado si no se cambian los estatutos: debería haber pertenecido al consejo de Telefónica al menos ocho años. ¿Pero qué es para Sánchez una norma, un estatuto, una ley? Agua de borrajas. El dictadorzuelo de aldea se ha apoderado de una de las grandes compañías de comunicación del mundo, con la colaboración de los catalanes de La Caixa, radicados en Valencia para disimular, y la del fondo árabe al que Pallete dio alas y el Gobierno no le dejó llegar al 10% del accionariado. A buenas horas, mangas verdes, el PP ha ordenado a sus “expertos” –ay, Dios— que sigan de cerca los movimientos del sátrapa en Telefónica. ¿Pero para qué, si ya está todo hecho? El PP no tenía información, ni el 60% de los pequeños accionistas de Telefónica, despreciados por los fondos de inversión, por el Gobierno (la Sepi) y por La Caixa y el BBVA. Todos le deben o le deberán algo a Sánchez –el BBVA la opa sobre el Sabadell, por ejemplo–, así que se han callado como putas y han dado, con su silencio, vía libre al Ejecutivo para que obre a su antojo. La Telefónica ya está controlada por el Gobierno, como en los tiempos de Franco. Porque Sánchez, a fuerza de combatirlo, cada vez adquiere modos y maneras de un pequeño dictador. En fin, que la operación se culminó sin luz y sin taquígrafos. Pallete fue llamado a La Moncloa y cesado fulminantemente y ni siquiera Sánchez lo recibió, sino que envió a dos mindundis para que le dieran la noticia. Poco tiempo antes le había pasado la mano por el lomo. Sánchez tiene la misma frialdad que Franco para desprenderse de sus colaboradores. Les manda el motorista o los llama a La Moncloa. Esta vez usó el segundo de sus métodos.
sábado, 17 mayo,2025