Está claro que España es un raro país perteneciente a la Unión Europea, cuyas leyes, a veces anarquistas, no protegen la propiedad privada, sino a quienes la ocupan.
Es una consecuencia lógica de un Gobierno de locos, montado expresamente para mantener en el poder a un tío que ha perdido la decencia y que acude a amigos poco recomendables para mantenerse durmiendo en La Moncloa. No parece gustarle su casa.
Vecinos normales y corrientes del barrio del Toscal y propietarios de algunos inmuebles de la zona están hartos de que personas indocumentadas, rompiendo a veces puertas y ventanas o derribando tabiques de bloques, se metan en sus casas no habitadas y residan en ellas como si fueran sus dueños: como okupas. Y lo hacen violentamente, sin que haya una ley que ampare a los propietarios.
Y como las leyes que ha elaborado la izquierda los protegen, pues ya se han convertido en una invasión. Los propietarios se han cabreado, y los vecinos también, y han organizado caceroladas que han necesitado la presencia de los antidisturbios de la Policía Nacional.
No se les ve –a los antidisturbios—con muchas ganas de intervenir, pero, claro, tienen que cumplir con su trabajo, que es el de dispersar a los manifestantes, jamás el de desalojar a los okupas, a no ser que lo ordene un juez. Y los jueces tienen las manos atadas. Porque ellos aplican la ley. Y las leyes en España hay veces que favorecen a los delincuentes y dejan en la inopia a las personas decentes.
Lo que hay que cambiar es la ley, pero con los podemitas y los sumerios –los de Sumar— en el poder, las leyes anti ocupación son inmutables, como el movimiento de la Tierra. Y a no ser que el meteorito caiga en el Toscal, Dios no lo quiera, los okupas seguirán ahí, incluso empadronados, porque los padrones municipales se han puesto muy poco exigentes en cuanto al aporte de documentación para uno convertirse en ciudadano.
Así que todos los días tenemos conciertos en el Toscal, pero no valen de nada, porque cuantas más caceroladas se celebran más se atrincheran los okupas en la propiedad ajena. Hay casos en España que harían sonrojar a Europa y si un propietario se pone bravo, quien va al talego es el dueño de la casa, no el que allana una propiedad privada.
Todas estas cosas son las que valen para mantener a Sánchez en La Moncloa. Sus socios comunistas e independentistas les hacen la vida imposible a los españoles. En Cataluña te vas a pelar y ya tienes un ocupa en casa cuando llegas a la puerta de la barbería. Siempre hay que dejar a un pariente de guardia.
Pues en el Toscal habrá que traer a casa a la parentela, para que se turne en el oficio de guardián. Y ahora, en Carnavales, con más razón. Mientras tanto, el concierto continúa.