“Yo soy una fiscal contra un delincuente convicto”, ha dicho Kamala Harris, proclamada ya, de facto, aspirante demócrata a la Presidencia USA, en uno de sus mítines de ayer. Harris se postula como “una presidenta para la clase media”, pero lo cierto es que, oficialmente, todavía no es la aspirante. Falta el refrendo demócrata oficial para el que parece que tiene ya bastantes papeletas.
Harris, que fue fiscal en California, rememora antiguas confrontaciones judiciales y trata a Trump de delincuente convicto, con lo que el panorama electoral norteamericano se recrudece. Yo diría que se pone al rojo vivo.
Desde luego, tirón sí que tiene Kamala. Ha recaudado cien millones de dólares para su campaña electoral en dos días, así que supera todas las expectativas para el “ticket” demócrata. La gente, en sus mítines, cuando ella se refiere vehementemente a Trump, grita: “¡Enciérralo, enciérralo!”. Por eso digo que la campaña no va a ser precisamente una batalla de flores.
Es muy posible que los delegados se reúnan telemáticamente antes de la Convención Demócrata del 19 al 22 de agosto. Según parece, Harris ya ha logrado el apoyo de la inmensa mayoría de esos delegados, pero el apoyo deberá ser fehaciente. En tal caso, la presencia de Harris en la convención será una formalidad, solamente para aceptar la candidatura.
Ahora tendrá que decidir quién será su vicepresidente y suenan estos nombres. Parece que será varón y blanco, porque en USA todo es una compensación. Ahí va la lista: Josh Shapiro, gobernador de Pensilvania; Roy Cooper, gobernador de Carolina del Norte; J.B Pritzker, gobernador de Illinois; Andy Beshear, gobernador de Kentucky; y el senador por Arizona Mark Kelly, que además ha sido astronauta.
Este es, al menos en las primeras quinielas, el elenco que maneja Kamala Harris para que uno de ellos sea su segundo de a bordo. Quedan descartados otros candidatos, aunque tampoco se descarta la sorpresa.
Lo cierto es que Harris ha endurecido su discurso, sin ser todavía oficialmente la candidata designada. Se espera una lucha cuerpo a cuerpo con Trump y vamos a ver cómo serán los debates electorales, donde van a saltar chispas.
Estas elecciones no son normales porque uno de los candidatos ha renunciado en plena campaña, por primera vez en la historia de los Estados Unidos de América.
Las huestes de Trump se ven un poco descolocadas. Esperaban a un débil Biden, que hizo el ridículo en su primer encuentro con Trump y que cazaba moscas cuando el otro disparaba misiles. Y ahora le ponen delante a una mujer joven (59 años), que se lo ha creído y que, a pesar de que como vicepresidenta no ha sido nada del otro mundo, puede convertirse en la primera mujer presidenta de los Estados Unidos.