Estados Unidos y Ucrania firmaron este miércoles un acuerdo histórico para la explotación conjunta de minerales críticos, un paso que busca fortalecer la cooperación económica entre ambos países en medio de la guerra en Ucrania y tensiones geopolíticas globales. El pacto, rubricado por el secretario del Tesoro de EE.UU., Scott Bessent, y la viceprimera ministra ucraniana, Yulia Svyrydenko, otorga a Washington acceso preferencial a recursos como tierras raras, litio, titanio y uranio, esenciales para tecnologías de energía limpia, electrónica y armamento.
Tras meses de negociaciones marcadas por desencuentros, incluyendo una acalorada discusión en febrero entre el presidente estadounidense, Donald Trump, y su homólogo ucraniano, Volodímir Zelenski, el acuerdo establece un Fondo de Inversión para la Reconstrucción gestionado por ambas partes en igualdad de condiciones. Ucrania aportará el 50% de los ingresos de nuevos proyectos de explotación, mientras que EE.UU. contribuirá con futuras ayudas militares y financieras, además de facilitar tecnología e inversiones a través de la Corporación Internacional de Financiación del Desarrollo (DFC). Svyrydenko destacó que el fondo atraerá inversión internacional para la reconstrucción de Ucrania, manteniendo el control estatal sobre sus recursos.
El acuerdo, que no incluye garantías explícitas de seguridad militar para Ucrania, llega en un momento crítico para Trump, quien enfrenta bajos índices de aprobación tras 100 días en el cargo y una contracción económica en EE.UU. El presidente ha presentado el pacto como una forma de compensar los 175.000 millones de dólares en ayuda a Ucrania desde 2022, aunque abandonó su exigencia inicial de que los ingresos minerales sirvieran para reembolsar esa ayuda. En cambio, el fondo se enfocará en la reconstrucción de Ucrania, excluyendo a cualquier entidad que haya apoyado a Rusia en el conflicto.
Ucrania, que posee yacimientos de 22 de los 50 minerales críticos según el Servicio Geológico de EE.UU., ve en este pacto una oportunidad para su recuperación económica, aunque algunos críticos en Kiev lo consideran una cesión bajo presión, dado que no se lograron las garantías de seguridad esperadas. El acuerdo también refleja la estrategia de EE.UU. para reducir su dependencia de China en minerales estratégicos, en un contexto de creciente rivalidad global.
