Todo lo que el PSOE hace habitualmente con sus enemigos declarados, como Isabel Díaz Ayuso, por ejemplo, lo esgrime ahora Bego, la hija de Sabiniano el de las saunas gays, paz descanse, contra el juez Peinado, con quien se querella por prevaricación. Entre los infantiles argumentos de la querella figura que el juez hiciera pública la citación de Pedro Sánchez “mientras se reunía la junta directiva del PP”. ¿Qué tendrá que ver el culo con las témporas? ¿Y qué tiene que ver Sánchez en la querella de Begoña? ¿O es que son uno y trino en persona? La querella parece redactada por un extraterrestre y tiene 50 folios. Me da que como no sea un tribunal de Venezuela, en España no la va a admitir a trámite ningún juez, aunque a lo mejor me equivoco porque en España ocurren cosas muy raras. El matrimonio Cebolleta pasa así al ataque, él usa la Abogacía del Estado –gratis— y ella su abogado, supongo, aunque no tengo constancia, que será el ex ministro Antonio Camacho, que es –o fue— responsable de Interior socialista y era fiscal antes que abogado actuante. El abogado de la familia, vamos. Sánchez se ha mandado a mudar, con Bego, de vacaciones, pero antes ha dejado atrás los papeles. Es pura estrategia: los dos pretenden recusar al juez porque le tienen pánico a la instrucción minuciosa que está haciendo Peinado, que no se inmuta. Sigue, erre que erre, pidiendo papeles allá donde haya metido la zarpa la Begoña, que tiene más conchas que un galápago y parece que no rompe un plato. Puede que Sánchez y Bego se vayan de vacaciones con el matrimonio Zapatero, y las góticas, a Venezuela, donde dicen que las niñas han montado sus negocios. Cualquiera no. Para estos buitres del poder, Venezuela es la tierra prometida. A buen seguro de que a ZP le manden la Agencia Tributaria para que le dé un repaso. O que le registren en Barajas, cada vez que pisa suelo español, con pasaporte diplomático. Se le cuadran los picoletos en Barajas y lleva su propia escolta. A estos no los toca nadie, las incomodidades las sufre el españolito de a pie. Además, cualquier día nos piden el pasaporte para entrar en Cataluña. Menuda la están armando Sánchez, Illa y Esquerra Republicana, que ya ha dado el navicert a la Rovira para que proceda a coronar a Illa como presidente de La Cosa. Es el mejor reclamo para que Puchi se presente en la frontera, muy cabreado, con una bandera republicana y una corona de espinas. Al final, el gran perjudicado será Puchi, pero, claro, él y sus diputados pueden desarmar a Sánchez en el Congreso. Yo, de Feijóo, cuando se le cure el desprendimiento de retina, hablaría con Puchi y le ofrecería un pacto de legislatura. Entonces podría lanzarse a Sánchez de La Moncloa y poner a los independentistas catalanes –al resto— en su sitio. Pero me da que Puchi no se atreve. En el fondo es un cobardica que huyó de la justicia y dejó a los demás con el culo al aire. Los demás taparon sus culos con cretona gracias a Sánchez y él se quedó vagando por las umbrías de Waterloo, como si fuera el espectro de Napoleón, pero con más pelo.