Estamos viviendo una época trágica en este país, bajo el paraguas de un Gobierno presidido por un sicópata, que legisla para proteger a su familia y coloniza las instituciones para perpetuarse en el poder, al modo y manera de los oligarcas de las repúblicas bananeras. Porque la Leyenda Negra es injusta, pero la herencia española en Sudamérica, manda huevos.
Lo peor –y lo más curioso– es que hay una legión de españoles que sigue a Sánchez, sobre todo porque ha tenido la precaución y la indecencia de colocarlos en carguitos, a veces creados expresamente para ellos, que sangran a la nación que soporta la carga impositiva más alta de Europa. Porque aquí chupa todo el mundo: ayuntamientos, comunidades autónomas, cabildos, diputaciones y Estado. Todos esquilman, por un lado o por otro, los bolsillos de los españoles. Todos tienen, incluso, capacidad de embargo, sin necesidad de pasar por un juzgado. Por un lado la justicia en este país es extremadamente garantista y por el otro deja robar a las instituciones.
En Canarias, por ejemplo, el presidente del Gobierno sólo habla de los menas. En los tiempos del teniente general González del Yerro se celebró en las islas un interesante Seminario Cívico-Militar. En él se estudió, entre otras cosas, lo que tenían que producir las islas para ser autosuficientes y sobrevivir a un bloqueo motivado por un conflicto bélico generalizado. ¿Nos preocupamos hoy un día por un “cero” energético porque se bloquee la central de Granadilla y las otras de las demás islas? ¿O por la dependencia marítima que tenemos para la llegada de combustibles a Canarias? ¿O por la dependencia de Marruecos en el tráfico aéreo? ¿O por las apetencias de China y de Marruecos para extraer el telurio que hay en el fondo del mar que rodea a Canarias? ¿Nos hemos preocupado de proteger las aguas que nos quieren arrebatar?
En las últimas semanas se han observado movimientos de tropas en Canarias. Parece ser que, igual que en Ceuta y en Melilla, se están instalando nuevas defensas antiaéreas en las islas principales, capaces de acertar blancos sobre drones y aviones que sobrevuelan a 4.000 metros de altura. Son cañones de fabricación suiza y de una gran precisión.
Europa se va a rearmar. Y lo está anunciando, ante la posibilidad de un ataque de Rusia a un país de la OTAN, de la que algunos políticos españoles quieren salirse. ¿Qué sería de nosotros sin el escudo de la OTAN? Imbéciles. Como si Canarias pudiera mantener una neutralidad voluntaria, al margen de las apetencias expansionistas de unos y de otros. España debe reforzar sus defensas, inevitablemente a costa de nuestros impuestos, pero este idiota lo quiere hacer al margen de las Cortes, pero incluyéndolo en nuestra declaración de la renta. Y, si no, lo verán.
El mundo está gobernado por locos y por narcisos. España ha tenido mala suerte. Putin está loco, Trump más loco, el chino Xi Jinpin se quiere aprovechar de la locura de los otros dos y, ya en la escala subalterna, individuos como Sánchez, sociópatas, sin ninguna vergüenza, nos quieren arrastrar al abismo. Sólo Suárez, Felipe y Aznar han dado la talla, desde la bendita Transición para acá, en el Gobierno de España.
Y, en medio, una enamoradiza e inútil Von der Leyen y unos dirigentes europeos que o bien se tiran a la extrema derecha, o le hacen el juego a la extrema izquierda y ni siquiera son capaces de detener a un prófugo de la justicia española que se pasea por Europa con una orden de detención en los bolsillos de la policía. ¿Qué eso de la Europa Unida de antañazo? Y una mierda, cada uno va a lo suyo. Europa, la Europa Unida que soñaron personajes como Helmut Kohl, Delors, Merkel y otros ya no existe. A lo peor es que nunca existió del todo.
Hemos tenido mala suerte los españoles porque hasta personas que se creían sensatas en el actual Gobierno, como la magistrada del Supremo en excedencia Margarita Robles, se ha contagiado de la obsesión de su presidente persiguiendo a una joven política a la que la calle quiere por su eficacia y porque ha resultado ser un oasis de frescura en el gobierno de una comunidad autónoma, a cuyos habitantes ha librado de impuestos y les ha aportado bienestar: Isabel Díaz Ayuso.
En Canarias sólo privan los menas. No se habla de otra cosa. No hay proyecto, Fernando Clavijo, el presidente de un partido que no es más que una asociación de vecinos, no lo tiene, no hay protagonismo nacional, no existe contestación a este Gobierno nacional de desalmados, no hay fuerza moral para la protesta sensata ni para aportar ideas para el futuro del país. Entre otras cosas porque el sicópata/sociópata tampoco lo iba a permitir.
El país es él, Sánchez. “El Estado soy yo”, dijo Luis XIV en el año 1655. Es lo único que ha leído en su vida Pedro Sánchez, que falsificó su tesis doctoral, firma libros escritos por una “negra”, que no compra nadie, coloca a su iletrada mujer en la Complutense, subvenciona a las empresas de su familia y de sus amigos y pretende que su hermanito viva del cuento a costa de los españoles. Es la familia Cebolleta con la que tenemos que lidiar.
Este insensato lleva dos presupuestos prorrogados, vulnerando el mandato constitucional y en algunos comentarios de cronistas que publican en los principales periódicos nacionales ya se habla de ruido de sables, lo cual sería una insensatez porque ya tuvimos bastante con la locura de Tejero y era lo que nos faltaba, un golpe, para desaparecer del todo como país. Pero parece lógico que este individuo no puede seguir ahí, sin haber ganado nunca unas elecciones. No tiene derecho. La democracia no puede seguir siendo un abuso de la estadística. Al menos, así no.
No deberíamos tampoco seguir soportando un Tribunal Constitucional convertido en tribunal de instancia, que rectifica permanentemente al Tribunal Supremo y que ahora hasta quiere impedir la libertad de los jueces para acudir a los ámbitos judiciales europeos cuando el TC comete actuaciones arbitrarias como indultar a los golpistas catalanes y a los ladrones de los ERE andaluces. El Constitucional se ha convertido en un ente arbitrario y partidista, en vez de actuar como garante del cumplimiento de la Constitución, como es su obligación.
No podemos soportar por más tiempo que una parte de la justicia, esa que se ha manifestado partidaria de que una mujer –Laura Borrás—, condenada por sentencia firme a cuatro años, seis meses y un día de prisión por amañar contratos, haga que los españoles no sean iguales ante la ley y ande por la calle, libre… por si el Gobierno la indulta. Es intolerable: Miguel Zerolo, Manuel Parejo, los empresarios Antonio Plasencia e Ignacio González, que murió en una silla de ruedas en Tenerife II, y otros funcionarios y políticos tinerfeños entraron en prisión por el más que dudoso caso de Las Teresitas, en el que ningún funcionario cometió cohecho. Ningún fiscal se mostró partidario de que no ingresaran en el talego, ni el tribunal que los juzgó recomendó su indulto parcial. Ni siquiera el Supremo. ¿Qué pasa, que uno se salva de la cárcel si lo juzga un tribunal catalán y si tiene la desgracia de vivir en Canarias ingresa en el talego?
España, señores, está hecha unos zorros y no la libra nadie del precipicio. En un mundo tan enrarecido, la desigualdad empieza a ser peligrosa. ¿Ha enviado la Agencia Tributaria algún inspector a Zapatero por sus signos externos? ¿Por qué el delegado de Maduro en Europa, ese patán venezolano, está metiéndose en asuntos de Gobierno? ¿Por qué se enriquece ante nuestros ojos con total impunidad? ¿Qué ha sido del Partido Socialista que le ha entregado el poder a un sicópata pendiente de diagnóstico, que se permite hasta anunciar una ley mordaza contra la Prensa para proteger la corrupción –por ahora presunta— de su familia y de sus principales colaboradores, que al final será la suya si los indicios se cumplen?
No hay más que recordar que el consejero-delegado del periódico que ha protegido desde 1976 al PSOE y a la izquierda española, “El País”, Joseph Oughourlian, ha comparado recientemente a Sánchez con Franco. Esto da idea de a dónde hemos llegado y, lo más peligroso, hasta dónde podemos llegar