El papa Francisco, de 88 años, continúa ingresado en el Hospital Gemelli de Roma desde el 14 de febrero debido a una neumonía bilateral causada por una infección polimicrobiana. Aunque ha mostrado una leve mejoría y sus parámetros hemodinámicos son estables, los médicos advierten que su estado sigue siendo delicado y que aún no está fuera de peligro. «El papa no está fuera de peligro», pero «no corre peligro de muerte», explicó el responsable de cirugía del hospital italiano, Sergio Alfieri.
Se espera que permanezca hospitalizado al menos una semana más para continuar con el tratamiento y monitoreo constante.
A pesar de la gravedad de su condición, el pontífice ha mantenido su buen humor y ha continuado realizando algunas actividades desde su habitación hospitalaria. Ha recibido visitas, incluyendo la de la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, quien lo encontró lúcido y de buen ánimo.
El equipo médico ha destacado que, aunque Francisco respira sin asistencia y no presenta fiebre, la infección es compleja debido a su edad y antecedentes médicos, lo que requiere precaución y una estancia hospitalaria prolongada. El mayor riesgo sería una septicemia si los gérmenes en los pulmones alcanzan la sangre.
Este episodio ha reavivado el debate sobre una posible renuncia del papa debido a su salud. El arzobispo de Sevilla, José Ángel Saiz Meneses, ha señalado la necesidad de estar preparados para esta eventualidad, recordando que Francisco firmó una carta de renuncia al inicio de su pontificado en caso de incapacidad para desempeñar sus funciones.
Mientras tanto, la comunidad católica mundial permanece atenta a la evolución de la salud del Papa, ofreciendo oraciones y muestras de apoyo en este momento delicado.