El papa Francisco ha aceptado la renuncia del obispo de la Diócesis Nivariense, monseñor Bernardo Álvarez Afonso, tras haber éste cumplido los 75 años de edad. Así lo establece la norma vaticana impuesta por el papa Juan Pablo II.
La aceptación de la renuncia se conoció la pasada semana y se ha hecho pública ayer lunes, sobre las 11 de la mañana, tras el día mayor del Cristo. A partir de este momento la situación de la diócesis de Tenerife, con residencia en La Laguna, es de “sede vacante”. Cesan también los vicarios generales y episcopales y quedan disueltos el Consejo Presbiterial y el Consejo Diocesano de Pastoral. Corresponde ahora al Consejo de Consultores el gobierno de la diócesis hasta el nombramiento de un administrador diocesano.
La Santa Sede establece que sea el Consejo de Consultores quien elija al mencionado administrador diocesano, que podría convertirse –o no— en el nuevo obispo, ya que la decisión del nombramiento corresponde exclusivamente al papa Francisco, oída la Conferencia Episcopal Española sin carácter vinculante.
El Consejo de Consultores ha sido convocado para hoy, martes. Su composición está formada por un grupo de sacerdotes al que el Derecho Canónico encomienda la misión de asesorar al obispo en los temas de mayor importancia. Cuando la sede queda vacante, como es el caso, le corresponde elegir al administrador diocesano, hasta la toma de posesión del nuevo obispo, informa el portal Nivariense Digital.

El obispo dimisionario Bernardo había pedido acelerar el proceso de su sustitución, debido a su delicado estado de salud. Lleva 19 años al frente de la diócesis y la ha modernizado notablemente. Fue nombrado en junio de 2005 y tomó posesión del Obispado el 4 de septiembre siguiente. Había sido ordenado sacerdote en 1976, es bachiller en teología por la Facultad de Burgos y licenciado en Teología Dogmática por la Universidad Gregoriana de Roma.
En la Conferencia Episcopal ha sido miembro de la Comisión para el Clero y Seminarios y presidente del Comité Nacional del Diaconado Permanente.
Monseñor Bernardo Álvarez es una persona cercana, que se había emocionado en la última ceremonia solemne del día de la Candelaria, cuando pronunció su sermón. A él se deben, entre otras obras, la terminación de la reconstrucción de la catedral de La Laguna y la reforma del Palacio de los Condes del Valle de Salazar, sede del obispado, tras el incendio que sufrió el inmueble, en el que el obispo residía. Se quedó “sin unos calcetines que ponerme”, según sus propias palabras. También se debe al obispo dimisionario la modernización del Archivo Diocesano, que es el más moderno y digitalizado de todas las diócesis españolas, en el que se han hallado documentos de incalculable valor histórico.

Posteriormente al incendio del palacio episcopal, Bernardo Álvarez trasladó su domicilio a la residencia para sacerdotes retirados, en la ciudad de La Laguna, donde presumiblemente también residirá a partir de ahora, si no decide trasladarse a La Palma, su isla natal, donde vive parte de su familia.
Cristóbal Déniz Hernández (Valsequillo, 1969), obispo auxiliar de Gran Canaria, se rumorea que puede ser el nuevo obispo titular nivariense, aunque también se habla de un sacerdote sevillano de prestigio y de otros candidatos. En realidad, casi nunca se acierta con estos pronósticos, ya que el nombramiento del nuevo obispo depende de varios factores, aunque el designado administrador apostólico de la diócesis tenga también posibilidades a la hora de recibir el nombramiento.
La duración de la sede vacante no tiene un plazo fijo. Pueden ser semanas o meses, incluso años, si no se encuentra un candidato idóneo. Pero es de esperar que en esta ocasión el papa no espere mucho tiempo antes de designar nuevo prelado nivariense y más si insiste el pontífice en venir a Canarias próximamente para conocer la situación de los inmigrantes que abarrotan los centros de acogida isleños, ante la indiferencia del Gobierno de Pedro Sánchez y sus incumplimientos reiterados con el Gobierno de Canarias.