Dos médicos por turno –en el hospital de La Candelaria trabajan ocho— atienden las urgencias en el Hospital Universitario de Canarias, uno de los dos centros sanitarios de referencia de Tenerife.
El Hospital Universitario, además de enfermos de todo el Norte de Tenerife y La Laguna, atiende a pacientes de las islas menores. Y mantiene un único helipuerto para enfermos de extrema gravedad, que son conducidos al centro en helicópteros del 112. Gran parte de estos pasan directamente a las plantas de especialidades.
Es una consecuencia del caos que reina en las urgencias hospitalarias del HUC, cuyo director médico, el doctor Dopico, al parecer no quiso que continuara en su cargo el jefe de Urgencias anterior, doctor Burillo, quien, a trancas y barrancas, había logrado enderezar al menos algo el servicio.
Los médicos destinados a urgencias abandonan, por la gran carga de trabajo, y otros trabajadores se dan de baja por depresión, por el mismo motivo. A pesar de que hay sentencias judiciales que lo prohíben, los enfermos se agolpan en los pasillos, sin privacidad alguna, y los aspirantes a ser diagnosticados permanecen horas sentados en las salas de espera de urgencias. Muchos de ellos sufren enfermedades contagiosas, como la gripe, el covid y otras.
Las quejas se agolpan en los despachos del Defensor del Pueblo y de la Diputación del Común, pero al Gobierno de Canarias parece no interesarle lo más mínimo la actual situación de la sanidad en Canarias, que al menos en la isla de Tenerife es caótica. Y más concretamente en el HUC, el hospital de vanguardia que fue un día y al que le han quitado o no le han concedido nuevas prerrogativas sanitarias, incluso los trasplantes de corazón y otros, que han sido trasladadas al Doctor Negrín de Las Palmas. Es decir, la autoridad sanitaria canaria ha “vaciado” de una forma espuria y sin sentido al HUC.
Fuentes consultadas por El Burgado han calificado de “desmadre” lo que ocurre el Urgencias del HUC y responsabilizan a la dirección médica del centro su mal funcionamiento.
Parece que no ha habido acierto a la hora de designar a los cargos del HUC, tanto médicos como gerenciales. El Hospital funciona mal y esto no lo decimos nosotros sino los pacientes y, sobre todo, su personal.
Es verdad que la educación sanitaria de la población insular es nula y que, por lo general, acude a los grandes centros en vez de a los ambulatorios con servicio permanente. Es verdad también que en los grandes hospitales canarios hay 700 pacientes crónicos, ancianos, abandonados por sus familiares, por ausencia de centros donde acogerlos, ocupando otras 700 camas hospitalarias cuyo erróneo destino engorda las listas de espera.
Pero el espectáculo de los enfermos en camillas en los pasillos del HUC es, simple y llanamente, tercermundista. Y no hace falta mucho esfuerzo para comprobarlo: sólo basta ser ingresado y echar un vistazo al panorama en el que están inmersos los enfermos.
