Iwao Hakamata, un japonés de 89 años que ostenta el récord del condenado a muerte que más tiempo ha pasado en el corredor de la muerte a nivel mundial, recibió una noticia que marcó el fin de una odisea judicial de casi seis décadas. El Tribunal de Distrito de Shizuoka le otorgó una compensación de 217 millones de yenes (aproximadamente 1.4 millones de dólares), tras ser absuelto en 2024 de los cargos de asesinato que lo mantuvieron encarcelado desde 1968.
Hakamata, un exboxeador profesional que abandonó los cuadriláteros en 1961 para trabajar en una planta de procesamiento de soja en Shizuoka, fue condenado a muerte en 1968 por el cuádruple asesinato de su jefe, la esposa de este y sus dos hijos. Durante más de 47 años, permaneció en prisión, la mayor parte en aislamiento, bajo la constante amenaza de ejecución, un sistema que en Japón notifica a los reos su destino apenas horas antes de llevarse a cabo. Sin embargo, su caso dio un giro radical cuando una prueba de ADN demostró que la ropa ensangrentada usada como evidencia clave había sido manipulada por la policía mucho después de los crímenes, lo que llevó a su absolución en un nuevo juicio el pasado septiembre de 2024.
La compensación otorgada esta semana, equivalente a unos 85 dólares por cada día de su injusta condena, ha sido calificada por su representante legal, Hideyo Ogawa, como la «mayor cantidad» jamás concedida por una condena errónea en Japón. No obstante, Ogawa enfatizó que ninguna cantidad puede reparar el sufrimiento físico y mental que Hakamata soportó durante casi medio siglo. Según su hermana, Hideko Hakamata, quien luchó incansablemente por su liberación, Iwao vive ahora «en su propio mundo», afectado profundamente por los años de reclusión, al punto de que no ha podido discutir el juicio ni comprender plenamente su exoneración.
El caso de Hakamata ha reavivado el debate sobre la pena capital en Japón, uno de los pocos países industrializados que aún la mantiene. Organizaciones de derechos humanos han criticado durante años el sistema de «justicia rehén» japonés, donde los sospechosos pueden ser interrogados extensamente sin acceso a abogados, aumentando el riesgo de confesiones forzadas y errores judiciales como el de Hakamata. Su absolución, acompañada de disculpas oficiales de la policía y la fiscalía de Shizuoka en octubre y noviembre de 2024, ha intensificado las voces que piden abolir la pena de muerte en el país.
A pesar de la victoria legal, el estado de Hakamata refleja las secuelas de su calvario: no asistió a la audiencia por su condición de salud y vive bajo el cuidado de su hermana en Hamamatsu. Su historia, que combina una tragedia personal con una crítica al sistema judicial, sigue resonando como un símbolo de resistencia y un recordatorio de las fallas humanas en la administración de la justicia.





