La vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, ha denunciado en una entrevista en la Cadena SER un episodio que considera machista y discriminatorio. Según su relato, tras una intervención en el Pleno del Congreso, mientras conversaba con periodistas en los pasillos, uno de ellos le dijo en público: «Cada día estás más guapa». Díaz explicó que el comentario la dejó perpleja y que, en ese momento, se dirigió al resto de los presentes preguntando: «Yo qué hago ante esto».
Para la líder de Sumar, este tipo de situaciones reflejan el machismo estructural que sufren las mujeres, incluso aquellas que ocupan posiciones de poder. «Si esto me ocurre siendo vicepresidenta del Gobierno, ¿qué no tendrán que soportar las mujeres en su día a día?», reflexionó. Díaz también insistió en que «no se puede jugar» con el machismo, dejando claro que estos comentarios, aunque puedan parecer inofensivos, perpetúan una cultura de desigualdad.
Críticas de la oposición: “Frivolizar con el machismo”
Su denuncia, sin embargo, no tardó en ser cuestionada por el Partido Popular y Vox, que consideran que calificar de «discriminación» un halago es exagerado y banaliza el problema del machismo real. El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, fue especialmente duro al afirmar que «combatir el machismo no es usarlo como comodín, sino denunciarlo si lo hay en tu propio partido», en referencia a los casos de Íñigo Errejón y Juan Carlos Monedero, figuras de la órbita de la izquierda que han sido señaladas por actitudes cuestionables hacia mujeres. Feijóo insistió en que el machismo «es cuando un hombre pretende prevalecer sobre una mujer solo por el hecho de serlo», y advirtió contra «frivolizar con conductas que a veces cuestan vidas».
Desde Vox, las críticas fueron aún más agresivas. Su líder, Santiago Abascal, calificó a Díaz como «un chiste malo y totalitario», y recordó que en el pasado ella misma hizo comentarios sobre la apariencia de hombres, como cuando le dijo a Antonio Garamendi, presidente de la CEOE, que «qué guapo estás». Para Abascal, la doble vara de medir de la vicepresidenta es una muestra de hipocresía. Su portavoz en el Congreso, Pepa Millán, también se sumó a la polémica, preguntándose por qué Díaz denuncia un piropo mientras, según ella, la izquierda ha guardado silencio ante denuncias más graves contra figuras como Errejón o Monedero.
¿Machismo o sobrerreacción?
Más allá del cruce de acusaciones entre el Gobierno y la oposición, este episodio reaviva un debate más amplio sobre los límites del machismo y el feminismo en la sociedad actual. Para algunos, comentarios sobre la apariencia de una mujer en entornos profesionales son una muestra de desigualdad que refuerza estereotipos y resta valor a su labor política. Para otros, presentar un halago como «discriminación» es una sobrerreacción que trivializa los verdaderos problemas de violencia y desigualdad que sufren muchas mujeres.
Este tipo de polémicas, lejos de generar un consenso, evidencian la profunda brecha ideológica que existe en torno al feminismo en España. Mientras el Gobierno defiende una línea dura contra cualquier gesto que perpetúe la desigualdad, la derecha acusa a la izquierda de instrumentalizar el feminismo con fines políticos. En cualquier caso, lo que empezó como un comentario aparentemente trivial ha acabado convirtiéndose en una nueva batalla en el tablero político.