El acreditado felón Pedro Sánchez acaba de decir que convocará en noviembre el congreso socialista. Lo adelanta. Eso quiere decir que pretende seguir siendo dueño del PSOE, la cual es una aspiración legítima. De cualquier forma ganaría ese congreso, porque no tiene a la vista un rival reconocido. Los socialistas, por lo general, dicen amén al mando, son disciplinados y sumisos, entre otras cosas porque el partido los apesebra; se trata de gentes inicialmente sin muchos recursos, pero del poder se sale rico. Sin muchas excepciones. Sánchez se ha pegado un verano de lujo: Islandia, Lanzarote, Andorra, mientras a su Gobierno de pelotas (en su equivalencia de adulones y palmeros) se le acumulaban los problemas. No ha resuelto ninguno: ni presupuestos, ni mayoría en el Congreso para aprobar leyes, ni soluciones a la inmigración ilegal, ni las insubordinaciones de algunos barones tras el dispendio catalán, ni tampoco podrá satisfacer a sus amigos catalanes para mantenerse en el poder, exclusivamente. Teóricamente, Sánchez tenía que haber dimitido, pero en la izquierda y en la derecha española casi nadie dimite. No es costumbre, en una palabra. Porque ha destrozado el país, lo ha metido en un callejón sin salida. A Sánchez puede que lo echen antes de tiempo, no las urnas sino los inmigrantes ilegales. Aunque le pone mucha cara a todo lo que hace, la presión migratoria sin límites que sufre España (y mucho más Canarias) va a terminar con sus mentiras, sus soluciones precipitadas y su huida hacia adelante. Y hay otro frente que tiene mala pinta, el de su mujer. Es tal la cantidad de evidencias en contra de Begoña Gómez que a los Sánchez no les va a bastar con querellarse contra el instructor para salir del atolladero. Y más cuando el instructor ha llevado el caso con exquisita imparcialidad. Pero el matrimonio es extremadamente orgulloso. Está hinchado de poder. Ha colocado Sánchez a sus secuaces en lugares estratégicos y se cree invencible. Una investigación no se para con una querella, porque sería una especie de fraude, aunque por supuesto los Sánchez son muy libres de ejercitar los derechos que las leyes penales establecen. Mas bastante tenemos ya con las dudosas decisiones del Tribunal Constitucional, que a veces nos recuerda al Tribunal Supremo venezolano, para andar ahora con querellas que intentan socavar el buen nombre de un veterano instructor como es el magistrado Peinado y de toda la justicia española. Torres más altas que Sánchez han caído, pero el matrimonio, para aparentar su inexistente estabilidad emocional, se monta una triple vacación, una parte de la cual la pagamos todos los españoles, el despliegue lanzaroteño. A Andorra se ha ido con escoltas en mountain bikes, a Islandia nadie sabe con quién se fueron ellos y sus hijas y a Canarias se vinieron con toda la parentela y con los refuerzos de Zapatero y de unos cuantos más. El séquito a África lo formaron 51 personas, más los seis tripulantes del avión militar. ¿Para qué? Para nada. No habrá resultados. Fue como cuando Zapatero le prometió a Ana Oramas la jurisdicción de Canarias sobre su mar. Otra mentira. Y 10.000 millones de euros que nunca aparecieron porque se tuvo que ir corriendo.
lunes, septiembre 9, 2024
Y ahora el congreso socialista
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