Después de una época de resultados paupérrimos en Tik-Tok, vuelvo a triunfar con un video sobre Lalachús (unos 70.000 visitantes en poco más de 24 horas), lo que da idea de que va a llegar este pequeño monólogo a los 100.000. No pasa nada, porque tengo anclado uno de casi 800.000 entradas. Pero, mira por dónde, Lalachús ha aumentado mi ya inaguantable popularidad, cosa que registro con infinito disgusto porque estoy hasta las bolas de esa fama efímera, que yo creía que iba en franca decadencia, y así lo estaba celebrando cada día porque lo que deseo es que me dejen tranquilo, a mis 77 años, bien cumplidos. Bueno, pues por fin se acaban estas fiestas, que lo que hacen es molestarme porque no soporto el ruido en la calle, ni a la gente cargada, ya sea local o extranjera. Porque mi calle ya saben –porque lo he contado– que es una caja de resonancia y más con los inflexibles cajeros de La Caixa frente a mi balcón, ante los cuales la gente dialoga con ellos como si tuvieran vida propia. Ayer, una pareja, cada uno con un carro de bebé bajo su mando, protestaban por el regalo que ella le iba a hacer a él, tras sacar (ella) el dinero –él tenía pinta de no disponer de fondos–. Así que aviado anda el personal, con los bolsillos llenos de telarañas, mientras los comerciantes se han hinchado de vender y ahora vendrán las rebajas de enero y seguirán comprando los clientes, como si nunca hubieran albergado la duda –frase, en parte, de Borges, pero no dedicada a las compras–. En fin, que se acabaron las fiestas, menos mal, y ahora llegará paz de enero, cuando pasen dos o tres días de rebajas, con las tiendas vacías, los tenderos felices y los bolsillos en escabeche. Por toletes.
lunes, 23 junio,2025