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martes, septiembre 10, 2024

Venezuela

La ONU, que es siempre el organismo internacional más lento a la hora de reconocer cualquier cosa, ha informado de que las elecciones presidenciales de Venezuela han sido fraudulentas. Es decir, que no han cumplido con las medidas de integridad y transparencia necesarias en unos comicios democráticos y que no hay precedentes de un fraude tan generalizado en todo el mundo. No se va a poner colorado Maduro con esta afirmación, ni su sicario Zapatero tampoco. El cerco internacional contra Maduro se está estrechando, sobre todo por la presión que ejercen sobre él sus antiguos amigos los presidentes de Colombia, Brasil y México. Estos tres países son los encargados (por los Estados Unidos, que es el país que  manda en América Latina) de hacer dimitir a Maduro y de organizar el tránsito pacífico hacia una democracia en Venezuela. Lo que ocurre es que Maduro es tan animal que, en vez de aflojar, aumenta la represión, que ya está encontrando resistencia en algunos cuarteles y en la propia Guardia Nacional. Hay 27 muertos desde la primera revuelta, uno de ellos a palos, por parte de los hombres de Maduro. Cuanto más insista el heredero de Chávez en la violencia, más difícil será obtener el perdón de los ganadores, que están dispuestos a hacer concesiones. El entramado que mantiene Maduro con las Fuerzas Armadas caerá, porque era más poderoso el de Pérez Jiménez y cayó. Y eran más fuertes los dictadores tradicionales de las repúblicas bananeras de Latinoamérica, Trujillo, Somoza, Gómez, Papá y Baby Doc, etcétera. Todos han caído menos Ortega, que no durará mucho  en el poder, ni la saga de los Castro, que mantienen una Cuba empobrecida, desabastecida y que apenas puede vivir ya del turismo. Maduro no tiene bula papal para mantenerse eternamente en el poder, apenas cuenta con ayuda externa y lo más inteligente para él sería negociar con los Estados Unidos y con los tres países citados anteriormente una mediación que le deje fuera de procesos judiciales, que le permita conservar parte de lo robado para que puedan vivir bien él y las generaciones de Maduros sucesivas y para que le concedan un exilio cómodo en un país en el que le entiendan porque este pedazo de burro no sabe hablar idiomas. Tendría que ser en México o en Brasil probablemente, porque en Cuba parece que tendría dificultades. Quizá en la República Dominicana, que ahí viviría como un pachá. La salida de Nicolás Maduro y de los suyos de Venezuela no está lejos, yo diría que es cuestión de pocos meses y entonces el país iniciaría una recuperación necesaria. Simplemente, que dejaran sus gobernantes la mamandurria, en lo posible, porque Venezuela es un país tan poderoso económicamente que se está recuperando económicamente y se recuperará mucho más con un Gobierno democrático, respetuoso con las instituciones. Porque el petróleo no deja de fluir: casi un millón de barriles diarios. Pero, claro, si el dinero del oro negro va a los bolsillos de unos cuantos, mal asunto. Personajes como Zapatero y su cuadrilla desaparecerían del mapa con el cese del imperio chavista. Y creo que ya todo esto es de justicia.

Andrés Chaves
Andrés Chaves
Periodista por la EOP de la Universidad de La Laguna, licenciado y doctor en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense, ex presidente de la Asociación de la Prensa de Santa Cruz de Tenerife, ex vicepresidente de la FAPE, fundador de la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad de La Laguna y su primer profesor y profesor honorífico de la Complutense. Es miembro del Instituto de Estudios Canarios y de la National Geographic Society.

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