El Ministerio de Cultura, hoy bajo el mandato de Ernest Urtasun, ha decidido retirar de la exposición pública la momia guanche, hasta ahora albergada en el Museo Arqueológico Nacional, trasladándola a un almacén sin acceso al público general. La medida, que también afecta a dos momias peruanas expuestas en el Museo de América, se enmarca dentro de un polémico proceso de “descolonización” impulsado por el Gobierno, levantando interrogantes sobre los criterios utilizados para la eliminación de ciertos elementos del patrimonio histórico.
La decisión sigue la recién publicada Carta de compromiso sobre el tratamiento ético de restos humanos, documento elaborado por el Ministerio y los 16 museos estatales, que aboga por la «no exhibición pública» de restos humanos salvo en circunstancias excepcionales. Sin embargo, la falta de transparencia sobre qué condiciones justificarían tales excepciones deja un amplio margen de discrecionalidad, lo que ha provocado críticas por parte de expertos y del sector académico.
Un cambio de criterio con consecuencias inciertas
Según la carta de compromiso, la exposición de restos humanos puede ser vista como una falta de respeto hacia los difuntos, razón por la cual se recomienda su retirada de los museos. No obstante, se mantiene la posibilidad de exhibición en casos «imprescindibles» para la transmisión del conocimiento, siempre que exista un contexto adecuado. En el caso de la momia guanche, considerada la mejor conservada de su tipo, el Gobierno ha optado por la retirada total, alegando que su exhibición no cumple con los criterios de respeto cultural y contextualización exigidos.
Lo llamativo es que, mientras la momia desaparece de las salas del Museo Arqueológico, otros restos humanos siguen expuestos en distintos museos sin que se haya aplicado el mismo criterio. La pregunta que surge es: ¿se trata realmente de un acto de dignificación o de una relectura ideológica del pasado?
¿Patrimonio olvidado o protegido?
La momia guanche es un testimonio único de la cultura prehispánica de Canarias y su desaparición de la vista pública ha generado rechazo en las islas, donde el Cabildo de Tenerife y el Parlamento autonómico llevan años reclamando su devolución. La respuesta del Ministerio ha sido tajante: la momia se retira al almacén sin previsión de retorno a su lugar de origen ni alternativa clara para su exhibición.
Este movimiento no solo priva al público de un valioso vestigio histórico, sino que también abre un debate más amplio sobre el destino de los restos arqueológicos en los museos. ¿Es una medida de justicia histórica o un intento de borrar parte de la historia bajo argumentos difusos? Mientras el ministerio avanza en su estrategia de descolonización, la memoria de los guanches queda relegada a la sombra de un almacén, lejos de quienes podrían aprender de ella.