Un tribunal de Estambul dictó este domingo 23 de marzo prisión preventiva para el alcalde de la ciudad, Ekrem İmamoğlu, acusado de cargos de corrupción relacionados con presuntas irregularidades durante su gestión. La decisión, tomada tras una audiencia que se prolongó hasta las primeras horas del día, ha desencadenado una ola de protestas masivas en la metrópoli turca, con cientos de miles de personas saliendo a las calles y caceroladas resonando desde los balcones en señal de rechazo.
İmamoğlu, miembro del Partido Republicano del Pueblo (CHP) y principal rival político del presidente Recep Tayyip Erdoğan, fue detenido inicialmente el pasado 19 de marzo, según informaciones previas. Su arresto se enmarca en una investigación que lo acusa de malversación de fondos públicos durante la compra de terrenos municipales, un caso que sus seguidores y analistas consideran una maniobra política para neutralizarlo de cara a las elecciones presidenciales de 2028. El tribunal justificó la medida alegando riesgo de fuga y posible obstrucción a la justicia, mientras la defensa del alcalde calificó el proceso como «un ataque directo a la democracia».
La reacción popular no se hizo esperar. Desde el anuncio del fallo, miles de manifestantes se congregaron frente a la sede policial de Estambul y en plazas céntricas como Taksim, exigiendo la liberación de İmamoğlu. Las protestas, que se extendieron a otras ciudades del país, reflejan el creciente descontento con lo que muchos perciben como un endurecimiento autoritario del gobierno de Erdoğan. Hasta el momento, no se han reportado enfrentamientos significativos, pero la tensión sigue en aumento.
Este desarrollo representa un punto de inflexión en Turquía, donde las elecciones habían mantenido un carácter competitivo en los últimos años. Con İmamoğlu en prisión preventiva, su futuro político queda en entredicho, mientras el CHP y sus aliados prometen intensificar su oposición al gobierno. La comunidad internacional observa con atención, y algunos líderes han expresado preocupación por las implicaciones de este caso en los derechos democráticos en el país. Por ahora, Estambul permanece en vilo ante un panorama político cada vez más polarizado.