Cualquier ruta es buena, menos las del Carnaval de Canarias, del que mucha gente –como yo— huye cuando puede. El Carnaval de Tenerife está cada vez más degradado, las murgas son un desastre, no tienen gracia los disfraces –por lo general–, las calles huelen a meados –cuanto menos— y la riada amarilla baja desde la plazoleta del Horche –¿O es Orcher?–, o como coño se llame, ahora en obras, hasta la plaza de España, donde se convierte en río que va a parar al mar. Los rabinos hacen su trabajo en las calles estrechas y la fiesta se ha convertido, más que en eso, en un suplicio.

Para disfrutar estos días prefiero Lisboa, antigua y señorial, paseo por sus calles, me siento en el café La Brasileira, entro en las librerías de viejo, me tomo un café con dulces en uno de los bares de la calle, oigo fados y en mis oídos resuena uno precioso, “Lisboa antigua”, que le solicito al Safari del móvil. Conozco docenas de personas que han huido del Carnaval de Tenerife, pero por hortera. Más de 200 asistidos en el hospital de campaña, el primer día, por borrachuzos, algunos comas etílicos, otros por consumo de estupefacientes y hasta veintipico tipos y tipas en La Laguna, conduciendo borrachos. Y eso que en Carnavales se relajan algo las medidas. De Santa Cruz no tengo datos. Bueno, pues les hablo más de Lisboa.

En el barrio de La Lapa residen los embajadores y hay hoteles fantásticos. Y el centro ha cambiado en la cuestión hotelera, con algunos establecimientos-boutiques que gustan mucho. Lisboa ha sabido combinar lo viejo con lo nuevo y en cuanto a lo viejo, las librerías ofrecen verdaderas reliquias. A mí me encanta ir de librerías de viejo a Lisboa. Bueno, pues es una recomendación. Binter mantiene vuelos directos desde Canarias a Lisboa y los aviones de Binter son muy cómodos y sus tripulantes de cabina muy amables. Recomiendo esta compañía aérea porque es canaria y, además, te atienden muy bien. Bueno, aclarar los fallos de otros: José Daniel Díaz, nuevo presidente del Tete, fue elegido por unanimidad de los cinco miembros del consejo de administración, incluido él mismo. Rayco García también votó a su favor. Se lo aclaró José Daniel a Juan Inurria, porque yo no he hablado con él. Pues me alegro. Es buena gente, aunque cuando era alcalde no cogía mucho el teléfono. Y ayuda mucho a su suegro, Miguel Concepción, en sus temas empresariales, desde su condición de abogado. Pues mucho que me alegro. Por cierto, hablo de lluvia. Ayer cayó una buena en las medianías, al mediodía. Yo creo que esta vez el agua sí cogió centro, como dice el mago cuando empapa la tierra. Por fin una lluvia decente. A ver si sigue y acaba con el Carnaval desastroso de Canarias. Mejor que los aficionados a las fiestas inventen otra cosa fuera de esta tan repetitiva y manida celebración, que ya no le interesa a nadie. Lo mismo todos los años, sin innovación, copiando lo de los demás –los canariones le copiaron Los Indianos a los palmeros y ni se inmutaron–. Váyanse a Lisboa y déjense de tanto carioquismo barato. Hasta mañana.