Ya no veo un programa deportivo que se llama “El Chringuito” (Mega) y que emiten a grito pelado. Yo no dormía bien y me preguntaba a qué se debía. Me encontraba de mal humor, me causaba todo rechazo, sufría de cabreaduras que en mí no eran habituales, hasta que consulté a un neurólogo que dio con la solución. Me preguntó por mis aficiones y cuando le mencioné el programa, me dijo: “Prueba a no verlo”. Y como se emite de madrugada, no me costó dejarlo, sobre todo cuando interviene un sectario del Barcelona llamado Jordi y otro del Madrid llamado Roncero. Así que lo borré de mis canales, no lo veo y ahora duermo de un tirón, sin pesadillas. Porque yo soy de esos que, con la vejez, me tomo el fútbol en serio, sufro y disfruto con los partidos, pero he de reconocer que le tengo odio eterno al Barcelona, a su chulería y a su ruina perpetua. Dejé de ver “El Chiringuito”, que creo que para la hora en que se emite tiene buena audiencia, y me curé del todo. Y estoy la mar de bien, eso sí, con el refuerzo de la melatonina y con dos trankimazines que me endilgo, con receta, un par de horas antes de irme al catre. Total, que el neurólogo, que tampoco ve “El Chiringuito”, dio con mi solución de paz interior. Ahora ya sólo me queda que sienten en el banquillo a García Ortiz y a la otra para ser feliz del todo y que a Pedro Sánchez, el galgo de Paiporta, le den la patada en las urnas. Fíjense ustedes: un país en el que ¡el fiscal general! supuestamente revela secretos de un procedimiento y sigue en el cargo, porque el presidente del Gobierno, que es un golfo de primera división y que está cagado de miedo por si lo descubren, le pide que siga ahí para que no hable y no cuente toda la trama que hay detrás de su lamentable actuación y que procede de Presidencia, según el Tribunal Supremo. Ha destrozado la ya depauperada fiscalía española y la ha puesto a la altura de la de Maduro en Venezuela, y creo que me quedo corto. Esto no significa que no haya fiscales honestos, que cumplen con su trabajo y no debería yo generalizar y por eso no lo hago. Pero, Dios, somos el hazmerreír de toda Europa, del mundo civilizado. Vaya caradura la del tipo que preside el Gobierno, que tampoc vino a Canarias a celebrar el Día de las Fuerzas Armadas, dándole la espalda a su propio ejército. Hay malestar entre los militares, aunque yo creo que lo que hay es alivio por su ausencia. ¿Qué pasa, que Sánchez seguía órdenes de Marruecos? Y parece que se echó a reir cuando 100.000 personas lo llamaron mafioso, ayer, en las calles de Madrid. Es muy difícil reunir a 100.000 personas en la calle en estos tiempos y el PP lo hizo y eso que Vox no convocaba. El centro-derecha se moviliza, pero Vox tiene que ser más activo y acercarse al PP, no andar haciendo el pato. Claro, que peor están en el otro lado.
Trump, que se ha vuelto majareta, ha enviado 2.000 guardias nacionales a Los Ángeles, a espaldas del gobernador de California, para atajar las revueltas anti-devoluciones. No debió hacerlo. Y hay una pelotera en Los Ángeles de campeonato. Coches incendiados, vandalismo. Lo que le faltaba a Trump, después de lo de Musk, era una revuelta social. Se está ganando muchos enemigos el presidente USA y me da a mí que se podría ganar también un impeachment si los demócratas tuvieran lo que tienen que tener.
Pero ni han logrado un candidato relevante, ni están preparados para gobernar con garantías los Estados Unidos. Vaya dirigentes mundiales que tenemos: el chino, el ruso y el otro. Los tres mosqueteros. Y, en España, el sátrapa, amiguito de Maduro, de Daniel Ortega y de Díaz-Canet. Que ni chiquito cuarteto de cuerda y púa.Sánchez huyó a Niza en un Falcon y lleva tropecientos días sin pronunciar palabra. Que ni chiquito personaje.
