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lunes, 1 diciembre,2025

Un incómodo Sánchez tiene que contentar a Europa en el gasto militar

El Gobierno de Pedro Sánchez enfrenta una de sus pruebas más incómodas: justificar ante la opinión pública el drástico aumento del gasto militar. Mientras el PSOE ha defendido históricamente posturas pacifistas, la realidad geopolítica actual ha forzado un cambio de rumbo. Con la sombra de Donald Trump desdibujando el papel de EE.UU. en la OTAN y la Unión Europea debatiendo su autonomía estratégica, el Ejecutivo español se suma a la ola de rearme con la promesa de alcanzar el 2% del PIB en Defensa antes de 2029.

El contexto internacional parece haber obligado a Sánchez a tomar decisiones que chocan con la herencia pacifista de su propio partido. El contraste con su antecesor socialista, José Luis Rodríguez Zapatero, es evidente. Si en 2004 la retirada de las tropas de Irak fue el emblema de su llegada al poder, hoy la lógica se invierte: España se prepara para reforzar su capacidad militar bajo el pretexto de una mayor relevancia internacional.

Desde Moncloa se defiende que este giro es necesario para garantizar la credibilidad diplomática de España dentro de una Europa que, tras la retirada de Estados Unidos no como garante de seguridad, debe organizar su propia política de Defensa. Sin embargo, más allá del discurso de soberanía europea, el debate de fondo es otro: ¿cómo justificar ante una ciudadanía mayoritariamente pacifista que hay que destinar miles de millones a Defensa cuando otras partidas clave, como sanidad o educación, siguen enfrentando déficits estructurales?

El dilema de la opinión pública

El Gobierno se apoya en el respaldo que han tenido las misiones internacionales de las Fuerzas Armadas y la ayuda militar enviada a Ucrania para argumentar que el apoyo a la Defensa no es tan impopular como se cree. Sin embargo a, esto no resuelve las dudas sobre cómo se financiará este incremento del gasto y qué otras áreas verán reducidos sus recursos.

El propio presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, agradeció públicamente el envío de armamento español, destacando la entrega de misiles Hawk. Este gesto refuerza la idea de que España está tomando un papel activo en el tablero internacional, pero también abre la puerta a una reflexión incómoda: ¿se está definiendo la política de Defensa en función de decisiones estratégicas de largo plazo o simplemente como una respuesta reactiva a la presión internacional?

Una oposición dividida y una UE fragmentada

El Partido Popular, con Alberto Núñez Feijóo a la cabeza, critica que Sánchez esté comprometiendo a España sin un consenso parlamentario sólido, pero tampoco plantea una alternativa clara. La falta de una postura coherente dentro de la oposición convierte el debate en una batalla política más, en la que el PP prefiere desgastar al Gobierno antes que tomar una posición firme sobre el rumbo que debe seguir España en materia de Defensa.

En este escenario de incertidumbre, la pregunta sigue abierta: ¿se trata de una estrategia real de posicionamiento internacional o de una decisión impuesta por las circunstancias? Mientras Sánchez intenta consolidarse como un líder clave dentro de la socialdemocracia europea, el verdadero desafío será convencer a los españoles de que la inversión en armas es el precio inevitable para seguir teniendo voz en el futuro de la Unión Europea.

Gabriel Suárez
Gabriel Suárez
Redactor de El Burgado, estudiante de Periodismo en la Universidad de La Laguna, directivo de la Coordinadora de Representantes de Estudiantes de Universidades Públicas, Vicepresidente del Consejo de Estudiantes de la Universidad de La Laguna y colaborador en programas de televisión y emisoras de radios

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