El Partido Liberal, liderado por el primer ministro Mark Carney, se alzó con la victoria en las elecciones federales de Canadá celebradas el lunes 28 de abril, asegurando un cuarto mandato consecutivo para el partido. Los resultados indican que los liberales obtuvieron 168 escaños, quedando a solo cuatro de la mayoría absoluta de 172 necesaria en la Cámara de los Comunes, lo que podría obligarlos a formar un gobierno en minoría con el apoyo de otros partidos.
Carney, un exbanquero central de 60 años que asumió el liderazgo del partido tras la renuncia de Justin Trudeau en enero, logró un impresionante cambio de rumbo para los liberales, quienes hace meses enfrentaban una posible derrota histórica frente a los conservadores de Pierre Poilievre. La campaña estuvo marcada por las tensiones con Estados Unidos, especialmente por las amenazas del presidente Donald Trump de anexionar Canadá como el «estado 51» y las fuertes tarifas comerciales impuestas al país. Carney aprovechó este contexto para presentarse como el líder capaz de defender la soberanía canadiense, declarando en su discurso de victoria en Ottawa: «El presidente Trump intenta quebrarnos para que Estados Unidos nos posea. Eso nunca, jamás, ocurrirá».
El líder conservador, Pierre Poilievre, sufrió una derrota significativa al perder su escaño en Carleton, Ontario, que había ocupado durante más de 20 años, frente al candidato liberal Bruce Fanjoy. A pesar de que los conservadores aumentaron su representación a 144 escaños, no lograron capitalizar su ventaja inicial en las encuestas, que llegó a ser de 27 puntos sobre los liberales. Poilievre, en su discurso de concesión, reconoció que su partido «no cruzó la línea de meta», pero prometió mantenerse como líder y trabajar por los intereses de Canadá.
Otros partidos también enfrentaron reveses. El Nuevo Partido Democrático (NDP), liderado por Jagmeet Singh, perdió su estatus oficial al obtener solo siete escaños, y Singh anunció su dimisión tras perder su propio escaño en Columbia Británica. El Bloque Quebequés, aunque debilitado en Quebec, podría desempeñar un papel clave en un Parlamento en minoría, mientras que los Verdes lograron retener un solo escaño.
La elección, considerada una de las más trascendentales en décadas, reflejó un fuerte sentimiento nacionalista impulsado por las tensiones con Estados Unidos. Carney, quien asumió como primer ministro interino hace apenas nueve días antes de convocar elecciones anticipadas, ahora enfrenta el desafío de negociar con Trump, con quien acordó iniciar conversaciones comerciales postelectorales. Entre sus promesas de campaña, Carney destacó la construcción de 500,000 viviendas anuales, recortes fiscales para la clase media y la eliminación del impuesto al carbono para consumidores, una medida que marcó un giro respecto a las políticas de Trudeau.
Líderes internacionales, como Ursula von der Leyen de la Unión Europea y Anthony Albanese de Australia, felicitaron a Carney, expresando su deseo de colaborar en la defensa de valores democráticos y el comercio justo. Sin embargo, el camino adelante no será fácil: Carney deberá gestionar un país dividido, con regiones como Alberta y Saskatchewan mostrando un creciente sentimiento de alienación hacia Ottawa, y un panorama económico complicado por las políticas proteccionistas de Trump.





