El auge de la extrema derecha en Europa es una consecuencia de las meteduras de pata y de la falta de acuerdos elementales entre la izquierda y la derecha, vamos a llamarlas normales. No le echen la culpa a nadie más. La gente ve que Europa no funciona y entrega su voto a quien le ofrece alternativas, aunque puedan ser alternativas peligrosas o engañosas al menos. Izquierda y derecha no han dado la talla en Europa, tampoco en Francia, y aunque resisten, le dan el triunfo a Marine Le Pen y a su alter ego, Jordan Bardella. Nada menos que el 34% de los votos de la primera vuelta de las legislativas, a la hora en que escribo. Veremos si en la segunda vuelta son capaces Bardella y la Agrupación Nacional (RN) de obtener los 289 escaños de la Asamblea Nacional necesarios para gobernar con mayoría absoluta. En el otro lado están la izquierda reunida, que resiste, y los socio-liberales de Macron, que quieren ser de centro y que siempre reniegan de los extremos. La renovada izquierda unida francesa, llamada ahora Nuevo Frente Popular, de Melenchon y de Faure, pretende aglutinar el voto de esa tendencia, se quedó en un 28,1%, pero esto significa, repito, que resiste. Y los “ensamblados” de Macron no pasarán del 20,3%. Son los grandes perdedores. Todo esto en primera vuelta y con datos provisionales, porque no me voy a pegar yo un madrugón por Francia. Casi ni me lo pego por España, o sea que fíjense. Marine Le Pen y Barella se han dirigido a los franceses a los que prometen orden, reformas económicas y una política migratoria distinta. He aquí, en la emigración y en la seguridad, donde está el quid de la cuestión. Han llamado a los franceses a variar la tendencia del voto en la segunda vuelta, que puede traer también una cohabitación entre extrema derecha y Macron y aliados, o un bloqueo legislativo y un largo periodo de incertidumbre. Incluso puede que la izquierda logre un milagro, también con Macron. Macron dice que no dimitirá (su mandato expira en 2027, sin posibilidad de renovar) y pide una gran coalición democrática y republicana. ¿Entre quiénes, entre los socialistas y el resto de la izquierda o entre los partidos –el suyo también— liberales, de derechas y de la ultraderecha? No le quedó otro remedio que convocar elecciones, pero deja a Francia, cuanto menos, huérfana. A no ser que RN haga la machada de conseguir los 289 escaños por sí misma. O quizás Macron, muy imaginativo, se invente otro apaño. El día 7 hablamos.
lunes, septiembre 9, 2024
Todos contra Le Pen, pero ella gana en Francia
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