Sucios, bastardos y comemierdas

Si, como informa el digital OK Diario, El País, periódico gubernamental al servicio del sanchismo, está investigando el patrimonio inmobiliario de Dani Carvajal, y publicará reportajes sobre él, como venganza por el frío saludo a Pedro Sánchez y la negativa de que el presidente bajara al vestuario de la Selección, si eso es verdad, estaríamos ante la reproducción de los métodos de los dictadores de América del Sur y ante una actitud impropia de un país democrático, miembro de la UE. Yo me lo creo, porque también creo que Sánchez no está en sus cabales y sus palmeros son peores que los sicarios de Franco, aquellos que decían “usted no sabe con quién está hablando”. Hace tiempo que El País, gobernado por adulones del sanchismo y por feministas radicales, perdió el rumbo como periódico de prestigio. Ahora es un panfleto subvencionado, capaz de cualquier cosa para seguir mamando dinero público de la publicidad institucional. No hay vuelta de hoja. Todo su prestigio lo han tirado por los suelos sus actuales propietarios y a la vista de su tremenda deuda lo mejor que podrían hacer es cerrarlo. Hubo un periódico El País en Canarias y lo recoge Luis Maffiotte en su catálogo de panfletos isleños. Cuando cerró, un diario de la competencia publicó unos versos que lo definen todo: “Aquí yace El País, triste y maltrecho/ todo lo hizo mal, infaustamente/mas una cosa hizo cabalmente:/morirse de repente”. Estos versos se los voy a recitar yo, si vivo, cuando El País de Polanco, el gran periódico de la Transición, cierre, hecho un guiñapo. Justamente cuando ya no esté tío Pedro con el talonario. Este país está lleno de capullos y de periodistas sucios, bastardos y comemierdas, capaces de dejarse comprar por unas monedas para defender al líder y ser enchufado en La Moncloa o en un diario gubernamental. Si es verdad lo que dice el periódico digital de Eduardo Inda, y yo no lo dudo, lo próximo será enviar a Dani Carvajal y a toda la Selección Española la Agencia Tributaria, que es el brazo armado de Sánchez, como lo fue de Montoro, el gitano comunista de pacotilla, colocado por Rajoy en su Gobierno para joder a los españoles mientras el propio Montoro disfrutaba de una sicav y de un despacho de tráfico de influencias. Ahora está escondido, como un conejo, en cualquier madriguera de por ahí. Estamos viviendo sobre un polvorín. Sólo nos quedan los jueces de la justicia ordinaria y del Tribunal Supremo en casación, porque como tengamos que depender del Constitucional y de sus mediocres señorías, en su mayoría también sanchistas, apaga y vámonos.