A medida que Europa se plantea reforzar su capacidad militar ante la incertidumbre sobre el apoyo estadounidense a Ucrania, Rusia ha vuelto a lanzar advertencias contra lo que califica de «militarización» del continente. Moscú, que invadió Ucrania hace tres años, insiste en que tomará “las medidas necesarias” para garantizar su seguridad, un argumento que ya utilizó para justificar su agresión inicial.
Las amenazas del Kremlin llegan tras la decisión de los líderes europeos de incrementar el gasto en defensa y reforzar el apoyo a Ucrania. Para Rusia, estos movimientos confirman la narrativa de que Occidente la considera el principal enemigo, a pesar de que fue Moscú quien alteró el orden europeo con la invasión de un país soberano. Mientras tanto, el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, insiste en que Rusia «hará todo lo que esté en su mano» para defender a su población, acusando a Europa de actuar en contra de la paz, sin hacer mención a la ofensiva rusa en territorio ucraniano.
Un supuesto acuerdo que Kiev nunca aceptó
En este contexto, Moscú vuelve a referirse al borrador de Estambul de 2022 como una posible base para la paz. Según el Kremlin, tanto Rusia como Estados Unidos consideran que aquel documento –que habría obligado a Ucrania a renunciar a su entrada en la OTAN y a aceptar la neutralidad permanente– sigue siendo una vía para negociar el fin de la guerra. Sin embargo, Ucrania siempre ha rechazado ese acuerdo por considerarlo inaceptable, ya que implicaba concesiones estratégicas bajo presión militar.
Lo que el Kremlin omite en su discurso es que dicho borrador también incluía exigencias como la reducción drástica del ejército ucraniano y la capacidad de Rusia para vetar qué tipo de armamento recibe Kiev. En otras palabras, Moscú pretendía asegurarse de que Ucrania nunca podría defenderse de una agresión futura, consolidando así su influencia sobre el país.
Diálogo con EE.UU. sin detalles concretos
A pesar de su postura beligerante, Rusia ha confirmado que mantiene «contacto» con Estados Unidos para negociar un posible acuerdo de paz, aunque sin dar detalles concretos. Este anuncio parece más una maniobra de presión que un verdadero intento de resolver el conflicto, ya que el Kremlin sigue sin mostrar disposición a retirar sus tropas ni a reconocer la soberanía de Ucrania sobre su propio territorio.
Mientras Europa discute cómo reforzar su seguridad, Rusia intensifica su retórica para disuadir cualquier respuesta coordinada. La cuestión clave sigue siendo si estas amenazas se quedarán en palabras o si el Kremlin está dispuesto a escalar aún más un conflicto que ya ha tenido un impacto devastador en la región.