El Gobierno de Canarias, a través de sus servicios de seguridad y emergencias, ha realizado este verano varias alertas por riesgo extremo de incendios, dado el estado de sequía de la vegetación en las medianías de las islas. En la isla de Tenerife es riesgo es todavía mayor, dada la distribución demográfica en el campo.
Los barrancos, por otra parte, no han tenido la debida atención por parte de las autoridades insulares y se encuentran llenos de vegetación, y muy seca. Cualquier chispa de una máquina de aserrar madera, cualquier colilla, podría ocasionar una desgracia. Por eso es primordial que si se produce un conato se actúe con la rapidez precisa, dando aviso al 112, el número de emergencias del Gobierno de Canarias.
Por otra parte, equipos de la Brifor del Cabildo de Tenerife se encuentran en estos días en permanente estado de alerta, por el riesgo extremo de incendios, así como las dotaciones de la Unidad Militar de Emergencias, que cuenta con personal especializado y con medios técnicos para abordar cualquier tipo de situaciones de peligro.
Hasta el momento, este año no se han producido siniestros apreciables, sólo algunos conatos que han sido resueltos en sus inicios, sin repercusión alguna para personas y propiedades, públicas y privadas. Pero el mes de agosto está siendo duro en cuanto a temperaturas, por lo que habrá que extremar el cuidado y cumplir todas las normas de seguridad para evitar los incendios, en el campo sobre todo.
En la isla de Tenerife, el campo de las medianías está completamente seco e, insistimos, los barrancos llenos de vegetación, sobre todo los cañaverales que crecen en ellos y que no reciben desde hace tiempo el beneficio de la lluvia. Asimismo es peligrosa la laurisilva, cuyos bosques se encuentran secos y en riesgo.
Las islas, en los últimos años, se han visto afectadas por siniestros forestales de gran magnitud, aunque han mejorado muchísimo los sistemas de respuesta, tanto los de los ayuntamientos como los de los Cabildos y los de la UME, Y, sobre todo, los sistemas de vigilancia y de comunicación; es decir, los preventivos, con mayor dotación de personal y de medios de respuesta a estas catástrofes.
Pero es fundamental la colaboración ciudadana para que esta respuesta sea efectiva y, sobre todo, a la hora de prevenir. Cualquier precaución es poca ante un incendio forestal, dada la proximidad general de zonas habitadas y las dificultades que la orografía insular plantea para la extinción de un incendio.
Hay que recordar que hace dos años el suelo de las cumbres tinerfeñas, por ejemplo, ardió por el calor, por la acumulación de pinocha y por el descuido de la población y tardó meses en resolverse. El incendio tuvo consecuencias funestas en la flora montañosa de las islas y aunque los pinos canarios se regeneran con facilidad, se corrieron riesgos serios que pudieron haberse evitado.