
La última es que Aldama, que estuvo en Tenerife, citado por una comisión parlamentaria, tiene un móvil –este año la cosa va de telefonía móvil— con conversaciones de Begoña sobre el escabroso asunto de la compraventa de Air Europa. Y dice Aldama que la conversa es sustanciosa. Supongo que ya los habrá entregado (el teléfono, la conversación) al juez Peinado, que es un señor muy recto y muy sabio, porque no se ha equivocado en nada, salvo en un registro a Barrabés. O a lo mejor ni siquiera fue él, porque esto lo estoy escribiendo sin los papeles delante. Es que como siga almacenando periódicos, tipo mi compañero Carmelo Rivero, me van a comer los ácaros por las patas parriba.

Eso de guardar periódicos de papel es muy del siglo pasado y muy de periodista celoso de las consultas a pie de página, pero a mí me mata ese polvillo, así que paso. Aldama vino a Tenerife y no dijo nada a sus señorías, parlamentarios canarios, casi todos ellos gorditos –ay, perdón— y mal trajeados, que se sentaron allí para nada, porque Aldama, que llegó con abogada del despacho de Choclán, no dijo ni pío, ni falta que le hace, porque nadie quiere –ni debe—declarar contra sí mismo, como hizo García Ortiz, que acostumbrado como está a acusar, sólo acusó a los demás y no contestó ni siquiera a su señoría. Cantinflas, en una de sus películas, haciendo de hombre anuncio, portaba un cartel, que decía “Soy feliz, porque me viste Ortiz”.
Cantinflas: Soy feliz porque me viste Ortiz.
Este otro Ortiz ni se inmutó ante el instructor, porque él creerá que no hay diferencia de rango y que, si habla, mete la pata, así que como es el investigado, pues va y se calla. Tampoco hablaba Cantinflas, mejorando lo presente, sólo lucía el cartel y ya está. O lo decía en cada conversación. Sánchez quiere meter en la cárcel de nuevo a Aldama, porque tiene terror a que se le suelte la lengua con lo de Begoña, pero los jueces no atienden sus demandas. Quiere quitarlo de la circulación introduciéndolo, a toda costa, en la mazmorra. Pero la cosa no le sale. Para finalizar, tengo que agradecerle a Diario de Avisos las 300 entrevistas firmadas por un servidor que ha publicado con un montón de gente, desde científicos, deportistas, magistrados, empresarios, etcétera, a gente corriente. Son más de 2.000 folios en 300 semanas, sin fallar ni una sola. Y se trataría de un futuro libro imposible porque la selección sería un trabajo de chinos. Espero hacer muchas más, en ese templo gastronómico y social que es el restaurante Los Limoneros.

El único que se me escapó fue William Levy, el novio de La Gaviotica de la serie del café con aromas de mujer, que se me fue sin que pudiéramos sentarnos con calma a hablar, aunque posó conmigo y con Mini, muy amablemente, gracias a los buenos oficios de Antonio Armas, representante de grandes marcas de automóviles entre ellas BMW, en Tenerife, que es amigo de William Levy. Que es cubano, yo creí que el actor era colombiano. Pero tiene enamoradas a un montón de señoras, muy serias pero muy enamoradizas, por lo que se ve. Y esto es lo que quería contarles hoy, porque la actualidad local más bien está detenida en el tiempo. Ah, bueno, si quieren un dato, me he pasado la tarde del aburrido lunes festivo oyendo boleros. Si quieren les canto uno, aunque no se lo recomiendo a los desocupados lectores. Últimamente desafino.