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Cuando parecía que el caso Malinche iba camino del olvido judicial, Nacho Cano ha decidido insuflarle nueva vida con otra querella. Según su equipo legal, la magistrada que encabezó la investigación ya no goza de fuero, tras su jubilación forzosa, y eso abre la puerta para que otra instancia examine lo que antes quedó encajonado.
El Tribunal Superior de Justicia de Madrid archivó la causa por falta de competencia. La jueza dejó de ser aforada, y con ello desaparece el blindaje institucional que impedía una revisión más profunda de la actuación judicial. La defensa de Cano aprovechará esa rendija para acudir al Decanato de Plaza de Castilla y que el caso recaiga en un juez ordinario.
La nueva querella se fundamenta en que la investigación se construyó sobre “premisas erróneas”. El atestado policial se redactó —sostiene la defensa— sobre hechos que no se corresponden con la realidad, al tratar a estudiantes que colaboraban en el musical Malinche como si fueran trabajadores contratados. La instrucción, añaden, estuvo plagada de arbitrariedades, actos policiales innecesarios y obstáculos a la defensa.
En la querella se incluyen 17 denuncias que apuntan a presuntas coacciones, amenazas y falsedad en documento público. Además, se reprocha a la magistrada que rechazara inhibirse pese a las circunstancias que ponían en duda su imparcialidad.
A juicio de la defensa, en toda la instrucción se impidieron diligencias esenciales y la imparcialidad fue, cuando menos, cuestionable. La estrategia de Cano es clara: busca que la causa pase del archivo a un nuevo examen judicial, esta vez sin blindajes ni prerrogativas especiales.
El caso Malinche, nacido como un proyecto artístico de gran envergadura, ha pasado a convertirse en un conflicto jurídico de primera línea. Y todo indica que el telón aún está lejos de caer.