Todo es un horno. Lo es para Kimberly Cheatle, que se enfrentó a una comisión de la Cámara de Representantes USA por el atentado contra Trump. Kimberly es la directora del Servicio Secreto. Bueno, era, porque acaba de dimitir, después de reconocer que el dispositivo para la protección de Trump fue una auténtica cagada. Allí se dimite, no como aquí en España, que llegan, se echan poxipol en el culo, copian una tesis doctoral y se quedan pegados al sillón cuando los descubren. No se va nadie. Le preguntaron en el interrogatorio si es normal que en USA cualquier mayor de edad puede comprar un fusil AR-15 y tenerlo en su casa, pero eso es cosa de los republicanos. Los demócratas desean un control de armas, pero no los dejan los otros. La pobre Kimberly no tiene la culpa de la permisividad sobre las armas y bastante hacen ellos (los agentes del Servicio Secreto) con meterse en medio cuando disparan a los presidentes.
Y más cosas. Puchi (Puigdemont) ha boicoteado los presupuestos de Sánchez al oponerse al techo de gasto. Si no hubo presupuestos para este año, parece que para el próximo tampoco los habrá, aunque si me preguntan les digo que para el próximo no creo que esté ya Sánchez en el cargo. Por mucha cara de cemento que tenga no me da que aguante. Está haciendo calufa, yo no salgo apenas y pongo el aire acondicionado desde el mediodía hasta que llega la fresca, allá sobre las 8 de la tarde, cuando empieza a bajar la calufa y se mete el airito del alisio. A ver la factura de la luz. Cuando escribo tengo un 50% de humedad, o sea aceptable, y la temperatura en casa es de 23 grados, fresca. En la calle, y son las ocho menos diez de la tarde, 26 grados. Ya tienen el parte. Escribir con calor es terrible. Las pocas ideas que tienes se te derriten. Mañana debo madrugar porque voy a un programa de Gente Radio a las 8,30. Yo pensé que a esa hora no había nada en la radio, sino a partir de las 12, que es cuando yo me levanto habitualmente, pero parece que sí. Lo más que me fastidia del madrugueo es tener que levantar a Mini, que es una dormilona tremenda y se me pone reticente, hasta que ve la correa y entonces sabe que va a salir y empieza a dar saltos.
Me preocupa Venezuela. El domingo puede ser un día complicado en aquel país, porque Maburro, que es un sinvergüenza, puede no aceptar el resultado, hacer trampas, provocar el caos, originar un baño de sangre, yo qué sé. En mi novela “Los gallos de Achímpano” cuento algo del día en que cayó Pérez Jiménez. La gente es muy cruel, muy bruta, y si ve que no hay control es capaz de cometer las mayores tropelías. No está segura la gente ni dentro de los hoteles. Y si el Gobierno pierde el control de la situación podría provocarse un baño de sangre.
Yo no estaría tranquilo en Caracas el domingo próximo. Carmelo Rivero y yo vivimos unas elecciones allí, cuando reeligieron a Carlos Andrés, la última vez, pero todo transcurrió en orden. Venezuela era una democracia. Ahora, no. Ahora es una dictadura y este tipo es capaz de cualquier cosa porque, además, es un caradura. Aunque ejemplos de caraduras los tenemos más cercanos. Mañana les contaré más cosas de aquí y menos de fuera, pero es que no he salido. Mañana miércoles tengo comida en Los Limoneros y allí se entera uno de muchas cosas porque por Los Limoneros pasa cada día todo Tenerife.