Si en la Península se quedan atascados con el caos de los trenes, aquí en Canarias el caos está en buscar aparcamiento y llegar a donde nos dirigimos. Las colas, sea donde sea, son enormes. Desde la Cruz del Carmen hasta La Punta del Hidalgo, este último un paraíso para el baño y un infierno para el aparcamiento.
Cada verano, se convierte en una suerte de “juego del coche escondido”: Visitantes dando vueltas eternas, vecinos desesperados y un Ayuntamiento que sigue buscando un solar como quien busca apoyos para una moción de censura a Sánchez.
Aquí no hablamos solo de un problema de tráfico, sino de un problema “habitacional”… pero para coches. En un archipiélago que sufre masificación sin planificación, La Punta es otro caso más. El caso es que no puede crecer, ni extenderse, como la propia isla, donde cada vez somos más y cada uno llega con su coche. El espacio no da para más, pero los coches sí. Resultado: colapso y protestas, como si el territorio se comprara en Mercadona.
Y lo peor no es que no haya sitio, sino lo que ocurre cuando la frustración encuentra una acera libre. Con la llegada del calor, la zona amarilla deja de existir —al menos para muchos conductores— y los que necesitan ese espacio por movilidad reducida, simplemente se fastidian. Porque allí, en verano, la ley la dicta el más rápido en aparcar encima del bordillo.
El Ayuntamiento lo intenta, dicen. Van por la tercera ronda de negociaciones para crear un nuevo parking, pero sin terrenos propios. La solución es más promesa que proyecto. Mientras tanto, la gente llega, da vueltas y se va. Y los vecinos se quedan, una vez más, sin sitio, ni paciencia, y a veces ni respeto ni vergüenza. Es la ley de la Selva.
Y el problema de aparcamiento no es solo un problema de La Punta. Seguiremos informando. Nuestros reporteros preparan una crónica de la zona. Porque aparcamiento sí que hay. Pero no para los que llegan en masa en plena temporada.