Puigdemont ni ayuda ni perjudica: sólo jode un poco

Los primeros que van a traicionar a Sánchez, antes que Yolanda Díaz, que no lo puede ni ver, serán los  independentistas catalanes de Junts. Puigdemont no le va a aprobar los presupuestos a Sánchez, al menos de momento, lo cual puede conducir al sátrapa a su fin. No se los aprobará hasta que no le conceda la amnistía. Las demás peticiones son fuegos artificiales, como la oficialidad del catalán en Europa y mariconadas similares. Puigdemont quiere volver y sabe que ya no puede hacerlo dos veces, porque le van a echar el guante esta vez y no lo van a dejar huir, como la vez anterior. Aunque se sospecha que Puigdemont ha entrado y salido varias veces de España, no sé si disfrazado de lagarterana o de Groucho Marx. Él, igual que Sánchez, no tiene principios. Y ya saben lo que dijo Groucho: “Estos son mis principios; si no les gustan, tengo otros”. No está en las manos de Sánchez, ni de Teresa Ribera, presidenta de la Comisión por enfermedad de la otra, oficializar el dialecto catalán en Europa. Tampoco tiene en su mano Sánchez amnistiar a Puigdemont. Porque a pesar de que el Tribunal Constitucional es “suyo” (del presidente), hay cosas que no se pueden amnistiar, ni siquiera con la complicidad de Conde-Pumpido, tan sanchista y partidario como García Ortiz. Así que Junts no apoyará la censura que tienen lista el PP y Vox, pero tampoco apoyará al felón de La Moncloa de manera incondicional. Parece mentira que quienes sostienen que no son españoles sean los que gobiernan en España. Uno se siente extraño en su propio país y esto ocurre cuando un hombre sin escrúpulos, un chulo, está al frente del Gobierno de la nación. Sánchez ni siquiera es socialista, a él las ideas le resbalan; Sánchez es sanchista y lleva tiempo urdiendo el futuro de su familia, no el futuro de los españoles. Ahora, en horas bajas, Tezanos ha dicho que el PSOE mantiene dos puntos más de intención de voto que el PP, en otra mentira clamorosa del prevaricador de las encuestas perdidas. ¿Y los vascos? Tampoco se cuenta con ellos. Reciben palacetes en París para su embajada y eso les contenta. Son muy listos, porque ellos viven en Neguri, alejados del mundo. Están cómodos porque el País Vasco es un bálsamo, no hay nada de qué preocuparse, viven tan ricamente con sus fueros y sus costumbres, que se respetan. A mí me encanta ir allí. Parece que estoy en Suiza. Al final, Puigdemont ni ayuda ni perjudica, sólo jode un poco y presiona lo suficiente para que el Barça pueda inscribir a Dani Olmo. A ver si también salva a Laporta de las acusaciones de estafa. Con la Fiscalía como está, quién sabe. Esto ya no es un país, es un balancín.