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martes, 29 abril,2025

Puerto Cruz, licencia para la nostalgia

Jugadores de varias generaciones del Club Deportivo Puerto Cruz revivieron su paso por El Peñón, convocados por Orlando García Villavicencio, futbolista que militó en los años ochenta, en una nueva edición de su reencuentro a la que se incorporaron por primera vez presidentes y entrenadores. Va creciendo la convocatoria: el esfuerzo de Orlando (rebuscar, convocar, reservar, avisar…) ha ido cristalizando de manera encomiable y a falta de buenos resultados deportivos, permite recuperar episodios pretéritos contados e intercambiados por quienes vistieron el uniforme blanco, primero sobre tierra y luego sobre césped, natural y artificial, en una cancha que, por cierto, va mermando en sus dimensiones según pudimos comprobar mientras hacían las fotos preliminares de quienes acudieron a la convocatoria del pasado sábado.

Pero de gloria vive Puerto Cruz y entre canas, calvas y barrigas más o menos pronunciadas, se conmemora el paso por el club de manera distentida con acopio de anécdotas y vivencias. Si Jorge Valdano hubiera estado presente, hubiera dicho que hay licencia para la nostalgia, plasmada en innumerables remembranzas, de goles, paradas, despejes, pases, lesiones, triunfos y derrotas, la vida balompédica en lances, resultados, alegrías y sinsabores que se fueron concatenando en aquella vieja cazuela dominada por un risco donde llegaron los aficionados y veteranos del Real Madrid, por solo citar un ejemplo de los ilustres visitantes.

Jugadores de varias generaciones que iniciaron su destacada trayectoria a la sombra del risco, cantada por cronistas de postín que también se ocuparon de ensalzar los valores de la veteranía y la madurez, se dieron cita en el bodegón La Era de Punta Brava, estupendamente servidos. Cuando se juntaban juventud y experiencia -y hubo unas cuantas temporadas en que ello se produjo- los rivales temblaban y algunos pronosticaban derrota segura, tal era el poderío de los portuenses.

El orotavense Antonio Hernández Sánchez, que entrenó al equipo, uno de los preparadores asistentes, junto a Luis Guiance González, Javier López Garisoain, Chicho Sierra y Pepín Rodríguez, no ocultaba su entusiasmo: «Esto que hacen ustedes aquí es lo más grande que queda del auténtico fútbol regional», decía con visible emoción. José Antonio Marrero Córdoba, que presidió el club, junto a Carlos Carrillo, el Patrón, los únicos dirigentes presentes, gozaba con la visualización de la colección de fotos que conserva con mucho celo Juan Antonio Acevedo, de quien don Jesús ‘el Maestro’ -o ‘el Villero’, como le identificarían muchos- siempre decía que solo le faltó jugar en Primera división.

Pedro Ángel Gómez Barreto desafió su estado de salud e introdujo el significado del acto, algo más, desde luego, que una reunión para conmemorar: no había nada que conmemorar, solo rememorar el espíritu de El Peñón, aquel que aparecía cada domingo para levantar la ilusión de quienes poblaban sus graderíos, aquel que desgranaba el entusiasmo de gente de todas las edades, como ilustró Juan Carlos Castañeda, ya en los últimos eslabones de una trayectoria que comenzó justamente allí, junto a la marea las últimas plataneras del sector; y como simbolizó Gerardo González Movilla, a quien tanto deben los profesionales del fútbol español, antes prolífico e ilustre goleador vestido del blanco portuense.

Fue, como las anteriores, solo que enriquecida, una singular jornada de convivencia futbolística en la que dieron rienda suelta a la nostalgia. Tranquilos, había licencia.

Salvador García
Salvador García
Colaboradora de elburgado.com

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