“¡Randolph, no me interrumpas cuando estoy interrumpiendo!”, le dijo Churchill a su hijo, en medio de una discusión familiar. Me ha interrumpido Mini con un ladrido inusual, cuando me disponía a escribir del inicio de la primavera, que es como un homenaje anual y colorido a Vivaldi, en la estación que hoy, jueves, comienza. Tengo que recurrir de nuevo a Churchill y retrotraerme a aquel día en el que un periodista le preguntó: “Sir Winston, ¿ha pensado en retirarse?”. A lo que el viejo premier contestó: “No, hasta que yo esté bastante peor y el Imperio bastante mejor”. Aquí no tenemos imperio sino a un imbécil, fatuo y enfermo, que quiere eternizarse en el poder, sustituir al rey, violentar la Constitución, que se ha apoderado de las instituciones y que ahora premia a los medios con nuestro dinero, o se apropia de ellos, y castiga duramente a los que no le doran la píldora. Como estoy con Churchill y ha comenzado la primavera, lo vuelvo a citar: “Cada vez que los socialistas veis algo grande queréis nacionalizarlo”. Sánchez vio a Telefónica, vio al Banco de España, vio a la Fiscalía General, vio a Indra, vio visiones con La Séptima y “El País”. Y a Sánchez, como a todos los que sufren algún tipo de esquizofrenia, le afecta la primavera y en estos próximos tres meses querrá nacionalizarlo todo. Así que prepárense como me estoy preparando yo. A este paso querrá nacionalizar hasta a Isabel Díaz Ayuso y a su novio, al que Sánchez le ha mandado la Fiscalía y la Judicatura afín para que lo conduzcan a la plaza e intenten torearlo y, si es posible, mandarlo al matadero, usando –yo– matadero como metáfora. Así que esto es lo que hay, de momento, a la espera de un nuevo viaje a París de Óscar López y de Murtra, con el maletín, para volver a hablar con Vivendi y esta vez con Oughourlian, y comprarle sus acciones de Prisa con la publicidad y el dinero de Telefónica. Sánchez no tiene escrúpulos, ni siquiera con la aparición poética del néctar de las flores y de las abejas que lo extienden por los prados, por los juncos y por los jardines. Sánchez no tiene sangre, sino bilis, así que no se le puede alterar nada con la llegada de la estación que estimula la imaginación de los poetas e invita al hombre –y a la mujer— a salir al jardín. Y a jugar al golf: “Un deporte curioso, cuyo objetivo es meter una pelota muy pequeña en un agujero muy pequeño con objetos mal diseñados para ese propósito” (W.Ch.).
miércoles, 25 junio,2025